Page 5 - Entre alpargatas y libros. La bibliodiversidad y el acceso a la lectura, Giuliana Pates
P. 5
dores/as, diagramadores/as, imprenteros/as, encuaderna-
dores/as y libreros/as argentinos/as que se reincorporaron a
editoriales, gráficas y librerías reactivadas, profesionalizadas
o en las nuevas que se abrieron. En este sentido, se multiplicó
la cantidad de pequeñas y medianas casas editoriales profesio-
nalizadas que pasó de 350 en 2002 a 717 en 2014. Asimismo,
mientras que en 1997 se produjeron 43 millones de ejempla-
res de 11.000 títulos y en 2002, 32 millones de ejemplares de
9.500 títulos, en 2014 se produjeron 130 millones de ejempla-
res de 28.000 títulos (AA.VV., 2015: s/n).
Sumado a esto, fueron varias las políticas culturales y econó-
micas que se diseñaron e implementaron para fomentar el
desarrollo de este sector. Son ejemplos de esto el Programa
Sur a la traducción mediante el cual se tradujeron obras de
escritores/as argentinos/as y se vendieron derechos a otros
idiomas como italiano, francés, hebreo, inglés, portugués.
También, se destacan las compras sostenidas de libros a edi-
toriales argentinas por parte del Ministerio de Educación de
la Nación y de la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares
(CONABIP) que distribuyeron gratuitamente 111 millones de
ejemplares en escuelas y bibliotecas de todo el país (Moreno,
García y Sardi, 2014). En esta línea, el Ministerio de Cultura
de la Nación llevó a cabo la colección de narrativa “Leer es fu-
turo” que reúne cuentos y novelas de escritores/as argentinos/
as contemporáneos y están ilustrados por jóvenes dibujantes.
Inclusive, la compra de libros nacionales entró en el Programa
Ahora 12 que significó una oportunidad para ampliar el acceso
a los libros y apoyar el circuito librero.
Estas políticas públicas incentivaron e incrementaron el ac-
ceso a la cultura. De acuerdo con la II Encuesta Nacional de
Hábitos y Prácticas de Lectura realizada en 2011 por la enton-
ces Secretaría de Cultura de la Nación, desde 2003 aumentó
un 4% la cantidad de personas que hacen una lectura diaria y
un 7% la lectura de libros, logrando que nueve de cada diez ar-
gentinos/as lea en algún formato impreso o digital. Entonces,
es claro que hubo un proyecto para democratizar el acceso a la
palabra y al consumo cultural, reconociendo a los sujetos como
sujetos de derecho y al Estado como promotor de la industria
nacional. Hubo una “democratización del bienestar” (Torre y
Pastoriza, 2002) en la que la lectura fue una herramienta más
para alcanzar la inclusión social. Que se liberalice y desregule
el mercado del libro no genera más diversidad, sino que fo-

MEDIOS | 75
   1   2   3   4   5   6