Page 5 - Del oficio de editar Cintia Rogovsky
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der libros como detergentes

Otra consecuencia del avance descontrolado del mercado está
dada en la fusión y absorción de pequeños sellos en manos de
grupos económicos transnacionales, manejados por gerentes
(o CEOS, para usar una palabra de moda), que desplazan a los
editores y por lo general nada saben de la producción edito-
rial. Es así que aplican a estos bienes culturales la lógica de la
mercancía, como si vendieran detergentes en las góndolas de
cadenas de supermercados.
Por ejemplo, se publica mucho, pero no se respetan los tiem-
pos y estrategias propias de estos bienes para encontrar sus
lectores y, tras un breve paso por la exhibición en librerías y
otras bocas de venta, se los desecha. Estas prácticas limitan
indudablemente el campo editorial y su contribución al ejer-
cicio de una ciudadanía más completa y democrática. Quizás
más que nunca el editor debe asumirse como actor político in-
dividual y/o asociado a otros editores, y recuperar las interpe-
laciones respecto del sentido social de su tarea: ¿para quiénes,
qué se edita y cómo se distribuye? Sabido es que es central el
rol del sistema educativo en su conjunto y de los editores es-
pecializados en este campo.
En primer lugar, porque la escuela es el agente alfabetizador
privilegiado, y a la alfabetización centrada en la cultura im-
presa, se ha agregado una segunda, que nos abre a las múlti-
ples escrituras que conforman el mundo audiovisual digital, y
que no significan la sustitución de un modo de leer por otro,
sino la articulación de uno y de otro, de la lectura y producción
de textos e hipertextos. La escuela y las políticas públicas en
educación son indisociables de las experiencias editoriales, ya
que es allí donde se forman ciudadanos que puedan acceder,
o no, a esta pluralidad de escrituras/lecturas/producciones. A
su vez, la educación modela a los actuales y futuros lectores,
desde las políticas oficiales -o su ausencia- para la promoción
del libro y la lectura, a los diseños curriculares, así como la
formación y capacitación docente y su influencia en las viejas
y nuevas prácticas de lectura y escritura; la incorporación de
educación y TIC, entre otras.
Para ello fueron fundamentales la promulgación de un cuerpo
de leyes vinculadas a la educación y la cultura, así como la im-
plementación de programas federales, con participación de las
24 jurisdicciones, universidades nacionales, sindicatos docen-

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