Page 4 - Comunicación social desde los contextos de encierro. Yemina López
P. 4
forma original, el mundo alfabético y fonético era ambiguo Un día la musa aprendió a escribir
y se necesitaba de un registro para que permaneciera en la
Historia. En definitiva, la musa que cantaba se transmutó en
escritora: ella que requería y pretendía que los hombres la
escucharan, ahora los convocaba a leer.
Hasta ese entonces, la noción de oralidad fijaba la concepción
de una situación cultural que se alejaba notoriamente de la
civilización de la escritura y que empleaba un lenguaje que
le era propio. En la Antigüedad, se consideraba que aquellos
que tenían por hábito leer eran personas sabias: “El que no
leía y escribía no era, culturalmente hablando, una persona”
(Havelock, 1996: 65). Esto provocó un gran choque cultural
entre quienes dominaban el mundo de la alfabetización escrita
y quienes no. Havelock lo demuestra a partir del ejemplo de la
colonización del continente americano. Cuando los europeos
invadieron América, lo hicieron en dos aspectos. Por un lado,
fue un choque social siendo que, a través de las armas, los
invasores impusieron la ideología europea. Por otro lado, la
colisión se hizo presente también cuando estos intelectuales
obligaron a tomar conciencia de su propio uso de la escritura
alfabética, imponiéndoles a los aborígenes que aprendieran su
dominio. Esto provocó que los nativos, que aún utilizaban la
oralidad para la transmisión de sus mitos y leyendas, tuvieran
que relegar ese lenguaje natural.
La escritura dominaba así la identificación de las clases. Sin
embargo, la oralidad no estaba estrechamente ligada con
la primitividad, sino más bien se debía a que la sociedad
griega no establecía comunicación con ningún pueblo que
tuviera conocimientos del alfabeto. A medida que avanzaba
la alfabetización de las masas europeas bajo los gobiernos
liberales o democráticos, la palabra escrita determinaba el eje
por el cual se consideraban los problemas de la conciencia y de
la comunicación.

Las grandes epopeyas, los coros cantados, las actuaciones ritualiza-
das caen en el olvido. Cuando llega el investigador alfabetizado para
grabar lo que dicen, todo lo que queda es entretenimiento residual,
relatos, canciones y anécdotas que no dicen nada que sea muy im-
portante (Havelock, 1996:74).

Si bien el propio lenguaje, esa materia prima que hay detrás
del escrito y del libro, ya es de por sí concebido como un

16 | Letras
   1   2   3   4   5   6