Teórico nº 8 – El mundo del boxeo

En esta clase vamos a cerrar el capítulo del boxeo con una mirada internacional y con el texto de Hortensia Moreno como punto de partida.

Esta semana vamos a cerrar el capítulo del boxeo y vamos a partir de la lectura del texto de Hortensia Moreno que lleva por título “Género, nacionalismo y boxeo”, y que se puede leer en ESTE LINK. Como siempre, vamos a dar inicio a la clase con un video:

Las imágenes son de la película Rocky y la canción es Gonna Fly Now, de la banda de sonido original de la película. Y son pocos los que al verla no saben de qué se trata. La película es uno de los grandes clásicos del cine de Hollywood, y tuvo cinco secuelas posteriores. La primera versión fue Rocky (en 1976) y la última fue Rocky Balboa (que podría ser Rocky 6, en 2006). Pasaron 45 años de la primera versión y el film tiene absoluta  vigencia. Y sin grandes secretos, más que haber reflejado con cierta crudeza la actividad de un boxeador profesional.

Muchísimas películas retrataron eso, además de series de televisión, novelas, literatura de diverso tipo y hasta producción académica. En el mundo académico, el que mejor investigó el tema fue el francés Loic Wacquant, que viajó hasta EEUU y estuvo tres años entrenando en un gimnasio de Chicago para poder estudiar en profundidad el tema. Con ese trabajo de campo escribió el libro “Entre las cuerdas”, el libro del que tomamos el capítulo que leímos para la clase pasada.

“Sabemos que la inmensa mayoría de los boxeadores procede de ambientes populares y especialmente de la clase obrera alimentada por la inmigración”, dice Wacquant en relación a la clase social de la que provienen los boxeadores en Estados Unidos. “Por ejemplo, en Chicago, el predominio sucesivo de irlandeses, judíos de Europa central, italianos, negros y más recientemente de hispanos, se corresponde directamente con la sucesión de estos grupos al final de la escala social”.

En la película Rocky Balboa era estadounidense, pero su apodo hacía referencia a otro país. Era el potro italiano (en la traducción para España) o el semental italiano (en la traducción para América Latina). Y eso para nada es una casualidad: a mediados de siglo hubo una gran generación de boxeadores italo-estadounidenses (hijos o descendientes de inmigrantes italianos), que incluyó nombres como Willie Pep (se llamaba Gugliermo Papaleo y fue campeón mundial pluma), Rocky Marciano (pesado), Tony Canzoneri (liviano), Jake La Motta (mediano), Tony DeMarco (welter) y Rocky Graziano (mediano), estrellas del deporte que alcanzaron fama internacional.

Quizás el más conocido de ellos sea Jake La Motta, campeón del mundo de los medianos y protagonista de una de las rivalidades más famosas del boxeo ante Sugar Ray Robinson. Pelearon entre sí seis veces y el último de los combates fue tan sangriento que se conoció como “la masacre del Día de San Valentín”.

Robinson es considerado por muchos como el mejor boxeador de todos los tiempos. Era un peso welter natural, por lo que tenía que subir de categoría para pelear con La Motta, que era mediano. Aun así, pelearon seis veces y Robinson ganó cinco de ellas. Como boxeador amateur consiguió un récord de 85 victorias por ninguna derrota, siendo 69 de sus victorias por nocaut y 40 de éstas terminaron en el primer round. En 1940 se hace profesional a la edad de 19 años y ya en 1951 tenía un récord de 128 victorias, una derrota (ante Jake LaMotta) y dos empates, con 84 nocauts. Mantuvo el título del mundo del peso welter desde 1946 hasta 1951 y ganó el título del peso medio también en 1951. Al año siguiente se retiró, pero volvió, para recuperar el título del peso medio en 1955 y convirtiéndose luego en el primer boxeador de la historia en ganar por quinta vez un campeonato del mundo, al volver a ganar el título mediano en 1958.

La carrera de La Motta es mucho menos brillante, pero justamente por eso es que ha sido llevada al cine con singular éxito. Su historia se cuenta en la película “Toro salvaje”, dirigida por Martin Scorsese y protagonizada por Robert De Niro en 1980, pocos años después de la primera versión de Rocky. El descendiente de italianos que se crió en los barrios bajos de New York, que se inició en la delincuencia desde niño y que aprendió a boxear en un reformatorio es de por sí una historia muy atractiva.

Pero además, en la historia de La Motta aparece la mafia. Tuvo que pactar con la mafia de las apuestas para tener una chance de pelear por el título del mundo. En el documental que se puede ver en ESTE LINK da cuenta de que “durante cinco años fui un campeón sin corona” y que tuvo que acordar con quienes manejaban el negocio del boxeo para que le permitieran tener la chance de aspirar a la corona mundial. Así, en 1947 se dejó ganar ante Billy Fox para tener la chance en 1949 de medirse con el francés Marcel Cerdán por el título mundial de los medianos. Y años después lo reconoció ante la Justicia, en un juicio que terminó con varios empresarios en la cárcel.

La Motta no le tenía miedo a nada, ni siquiera a la mafia. Y lo prueba su testimonio respecto de “la masacre del Día de San Valentín”: dice que si su equipo no hubiera tirado la toalla, él hubiera ganado. Esa es una característica común a la de muchos grandes campeones del mundo. Un simple ejemplo fue la pelea de Víctor Galíndez ante Richie Kates: el argentino no veía de un ojo, pero siguió tirando golpes hasta que ganó por nocaut casi sobre el cierre del combate. Una escena que contrasta con la pelea que viene a continuación.

El combate entre Marvin Hagler y Juan Domingo “Martillo” Roldán se llevó a cabo en Las Vegas y para el periodismo deportivo argentino fue la pelea del año 1984. Solo la revista El Gráfico llevó cinco enviados especiales. Roldán tenía la chance de recuperar para Argentina el título mundial de los medianos que había sido de Carlos Monzón y que Hagler había ganado en 1980. De hacerlo se quedaría con la triple corona, ya que Hagler era campeón de la AMB, del CMB y de la FIB. Roldán mandó a la lona a Hagler en el primer asalto, pero en el tercero el estadounidense le metió un dedo en el ojo (en ese momento los guantes tenían el primer dedo separado del resto) y el argentino –que no veía de su ojo derecho- abandonó el combate en el 10º asalto.

“Cagón, acordate de Galíndez”, le gritó Tito Lectoure, el mismo que lo arengaba en el rincón en el video. Tras la pelea, se rompió la mano dándole una piña a la pared en la habitación del hotel y declaró que Roldán “es un cobarde”. No podía entender cómo dejaba pasar mansamente la gloria de consagrarse campeón mundial.

Claro que no tenía enfrente un rival menor. Hagler estuvo cerca de superar el récord de Monzón, al realizar 12 defensas exitosas (Monzón tuvo 14, recién superado en el siglo XXI por Bernard Hopkins, que llegó a las 20). Entre ellas, en 1983 venció al panameño Roberto “Mano de Piedra” Durán y en 1985 a Tommy Hearns, hasta perder el título en 1987 a manos de Ray Sugar Leonard. Fue una época de oro de los pesos medianos, justo cuando explotaron las bolsas de los boxeadores por la aparición del gran negocio de la televisión y la llegada de un tercer organismo, la FIB.

“Martillo” Roldán brilló en esa época, siendo quizás el último argentino que conquistó la meca del boxeo, que es EEUU. En una saga que había iniciado Luis Angel Firpo, Roldán tampoco pudo ser campeón del mundo, aunque tuvo tres chances: además de Hagler, peleó con Tommy Hearns (1987) y Michael Nunn (1988), pero siempre cayó derrotado.

La categoría de los medianos es la segunda en importancia simbólica del mundo del boxeo, y los argentinos tuvieron muchos campeones en ella, desde Carlos Monzón (1970-1977). Luego vinieron Hugo Pastor Corro (1978), Jorge “Roña” Castro (1994), Héctor Velazco (2003) y Sergio “Maravilla” Martínez, protagonista del video que viene a continuación, cuando recuperó el título ante Julio César Chávez junior, en 2012 y también en Las Vegas.

“Hay dos razas en el boxeo que se inmolan arriba del ring: los mexicanos y japoneses”, tiró Walter Nelson en el relato de TyC Sports. Si bien ser mexicano o japonés no es una raza sino una nacionalidad, está claro (y merecido) el elogio para los boxeadores de esos países. Y no es casual que sean (junto con Estados Unidos y Gran Bretaña) los países con más campeones del mundo, en la historia y en la actualidad.

Sacando una foto al mapa de los campeones del mundo (incluyendo los supercampeones de la AMB y los campeones regulares de esta entidad, el CMB, la FIB y la OMB), EEUU terminó el 2021 con 17 campeones mundiales, México y Gran Bretaña con 7, Japón y Filipinas con 6. Los mexicanos quedaron en segundo lugar y alimentando el continente con más títulos del mundo, que es América con 32.

Además de los 17 campeones de EEUU, 15 campeones mundiales eran de América Latina (7 de México, 3 de Cuba, 2 de Puerto Rico y uno de Argentina, Nicaragua y Venezuela). Vale agregar también que entre los estadounidenses abundan también los apellidos latinos, como los casos de Brandon Figueroa, Joshua Franco, Teófimo López o Joseph Díaz.

Además, había 16 europeos (7 de Gran Bretaña, 3 de Rusia, 2 de Ucrania, y uno de Kazajistán, Francia, Bélgica y Letonia), 15 asiáticos (6 de Japón, 6 de Filipinas, 2 de Tailandia, uno de Uzbekistán) y un africano (de Congo).

En el caso de los latinos el grueso de los campeones proviene del recorrido antes reservado a los descendientes de italianos y luego a los negros: la llegada a los gimnasios de Estados Unidos desde las capas más bajas de la sociedad norteamericana, para buscar una salida a la pobreza.

Volvamos al inicio, a los descendientes de italianos que fueron grandes a mediados del siglo XX. Cuando los negros estaban fuera del sistema, ellos eran los que estaban más abajo en la escala social. Cuando los afroamericanos tuvieron la chance de entrar, lo hcieron desde el punto más bajo, y por eso el boxeo significó una chance de ascender en la escala social de los Estados Unidos. Lo lograron (no sólo por el boxeo, claro está) y ahora hay un grupo que está por debajo: los inmigrantes latinos.

“Para saber quién está abajo, sólo tienes que ver el boxeo. Los mexicanos tienen ahora una vida más dura que los negros”, relata Wacquant en su libro Entre las cuerdas. El boxeo fue una avenida para la movilidad social de los pobres de las grandes ciudades, una realidad en la que Eduardo Archetti encuentra una similitud con el caso de la Argentina, como puede leerse en su texto “Boxeo: los puños de la Nación”.

En nuestro país, la mayor parte de los grandes boxeadores llegaron desde las provincias a la Capital, como Firpo (Junín, provincia de Buenos Aires), Gatica (San Luis), Monzón, Vázquez, Maidana (Santa Fe), Locche, Ballas, Corro, Chacón (Mendoza), Palma (Chaco) o Laciar (Córdoba), mientras que también es importante el número de los que provienen del conurbano, desde Justo Suárez (de Mataderos) a Maravilla Martínez (Quilmes).

Eso sí, no son precisamente los más pobres entre los pobres quienes se dedican al boxeo. El estudio de Wacquant en los tres principales gyms de Chicago confirma que los boxeadores son de condición social superior al segmento más bajo de la población masculina del gueto. “Dada la naturaleza y las costumbres que imponen la práctica pugilística, los jóvenes de las familias más desfavorecidas se ven excluidos: convertirse en boxeador exige una regularidad, un sentido de la disciplina, un ascetismo físico y mental que no pueden desarrollarse en condiciones sociales y económicas marcadas por la inestabilidad crónica y la desorganización temporal”.

Sin un estudio académico que lo respalde, el periodista Julio Ernesto Vila (uno de los mejores especialistas en el mundo del boxeo) lo explicaba empíricamente años atrás, diciendo que “antes los boxeadores argentinos tenían huesos bien formados. Ahora ya no”. Y a modo de anécdota explicaba que “mi padre era médico en el interior de Córdoba y muchas veces los pacientes no tenían dinero para pagarle la consulta. Y le pagaban con pollos, con chanchos, con frutos de su propia huerta. Le pagaban con alimentos que ellos mismos criaban o cosechaban. Porque eran pobres, pero eran pobres en una época en que los pobres comían. Hoy eso ya no pasa”.

Por supuesto que la alimentación no explica todo, pero es un factor que no se debe pasar por alto. Como tampoco se puede desconocer la incidencia del factor genético. El biotipo de los pueblos originarios de América Latina es diferente al de los afroamericanos, diferente al de los europeos y diferente al de los asiáticos. Y revisando un mapa de los campeones del mundo, esto se puede visualizar claramente.

El mexicano “Canelo” Alvarez es supercampeón de la AMB y a su vez campeón CMB y OMB de la categoría supermediano, lo que lo convierte en el campeón del mundo latino de mayor peso (76,2 kilos es el límite de la categoría). De los 15, hay 12 que pesan menos de 70 kilos.

En el caso asiático, es todavía más visible que los campeones mundiales que provienen de ese continente están en las categorías más chicas. De sus 15 campeones, el más pesado en 2021 era el japonés Ryota Murata, rey mediano de la AMB. Todos los demás, pesaban menos de 60 kilos.

Los latinos y los asiáticos son los que dominan las categorías más chicas. Y es un hecho que eso puede explicarse desde la tradición o la cultura, pero además hay componentes genéticos que no se pueden dejar afuera. Por eso, en las categorías más grandes (pesado, crucero, mediopesado y superliviano) hay un dominio abrumador de los europeos.

“El final de Mike Tyson, en el cierre de los 90, motivó un cambio absoluto en el manejo y en la geografía del título máximo”, escribió Osvaldo Príncipi en 2013 en el diario La Nación. Hoy, nueve de los 16 monarcas que tiene Europa están en las cuatro categorías más grandes. Incluido Oleksandr Usyk, el ucraniano que (tras unificar todos los títulos de la categoría crucero) dio el salto a los pesos pesados y le arrebató sus tres coronas (AMB, FIB y OMB) al británico Anthony Joshua.

Entre las mujeres, no existen gigantes de este tamaño. Allí, la categoría de mayor peso es la que reúne a las boxeadoras de más de 76 kilos, la equivalente a Mediopesado entre los varones. Y el dominio de las latinas es abrumador, sobre todo por la presencias de las méxicanas (son 11 las campeonas) y las argentinas, que suman 7 títulos.

Mientras que nuestro país hoy tiene un único campeón mundial entre los varones (Fernando Martínez), es potencia entre las mujeres. Y todas sus campeonas reinan en las categorías chicas: Clara Lescurat (Supermosca AMB), Micaela Luján (Supermosca FIB), Leonela Yúdica (Mosca FIB), Gabriela Alaniz (Mosca OMB) y Evelyn Bermúdez (minimosca FIB y OMB). En esta última categoría (con límite en 48,990 kg) supo reinar Yesica Bopp, protagonista del último video.

Bopp, considerada por la prestigiosa revista The Ring como una de las seis mejores boxeadoras del todo el mundo el año pasado, es uno de los símbolos del boxeo argentino y una de las caras del programa Escuela de Boxeo, que se emitió pasado por DeporTV. También se publicó un libro con su biografía (“La novia del boxeo”) escrito por la periodista Yésica Palmetta.

Con ella como referente, Argentina ocupó el podio de los países con más campeonas del mundo en 2021, solo por detrás de México (con 11) y Estados Unidos (con 8). La seguían Japón con 4, Gran Bretaña con 3, Costa Rica, Dinamarca y Suecia con dos, mientras que hay 10 países (Alemania, Australia, Corea del Sur, Eslovenia, Francia, Irlanda, Puerto Rico, República Checa, Venezuela y Vietnam) que tienen cada uno una campeona. El mapa, entre las mujeres, es bien distinto que entre los varones.

También es distinto el imaginario de lo que representa el boxeo para ellas y para ellos. “El orgullo nacional que despliega un boxeador mexicano cuando viste los colores de la bandera nacional está vinculado con la mitología del guerrero”, escribe Hortensia Moreno. “En contraste, las boxeadoras mexicanas se enfrentan con una hostilidad sorda dentro del campo, una escasez crónica de recursos y una recepción todavía dudosa del público en general”, agrega. Y lo dice hablando del país que cuenta con más campeonas del mundo en todo el planeta.

Eduardo Archetti hablaba del boxeo en clave de “los puños de la Nación”, en tiempos en los que se trataba de una actividad exclusivamente masculina. Esa identificación del gran público con sus púgiles a partir de sus hazañas, desde hace un tiempo se ha visto reducida ante la carencia de éxitos. El éxito ahora está en los puños de las mujeres, pero así y todo muchas de ellas siguen siendo casi desconocidas para el común de los medios de comunicación. Y eso no es algo que suceda solamente en Argentina.

LECTURA PARA LA PRÓXIMA CLASE:

“Automovilismo y modernidad: paisajes, máquinas y hombres”, de Eduardo Archetti LEER EN ESTE LINK

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