Page 4 - 14- Ni dólares ni Lebacs: educación pública
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adinerado, para luego dividirla en 5 partes de igual número         Ni dólares ni Lebacs, Educación Pública
de individuos; con esto se obtienen 5 quintiles ordenados por
sus ingresos, donde el primer quintil representa la porción la
población que menos tiene. El incremento del acceso entre
2008 y 2015 afectó positivamente a los estratos superiores de
la distribución: en los quintiles 4 y 5 (los de mayores ingresos)
la cantidad de estudiantes se incrementó más del 20%.
La ampliación de la oferta académica a lo largo del territorio
garantiza, el ingreso para nuevos sectores a la universidad,
sino también oportunidades transversales para los distintos
grupos sociales que eligen asistir a las universidades públicas.
Finalmente, la Economía Política ha transitado un debate cen-
tral a lo largo de la historia, ¿cuáles son los gastos de Estados?
Las definiciones son claras y vale la pena diferenciar concep-
tos dado que, mientras que en la inversión se espera conseguir
rendimiento en el futuro, el gasto es la simple utilización de
un bien o servicio a cambio de una contraprestación. Podemos
preguntarnos entonces si la educación pública universitaria es
un gasto para el Estado y, en tal caso, si es prescindible.
Según informa en su página web, la Secretaría de Hacienda,
durante el 2018 y computado hasta el día 18 de julio de 2018,
el Estado Nacional destinó un total aproximado de 248.405
millones de pesos al pago de servicios de la Deuda Pública
(60% del total presupuestado). Ese volumen de erogación re-
presenta más del 16% del gasto público nacional devengado y
el principal destino del mismo, durante el período analizado.
Según la misma fuente, podemos observar que, durante el
mismo periodo, se destinaron tan sólo 90.814 millones de pe-
sos a educación y cultura., 44% del total presupuestado. La
proporción de gasto público devengado hasta el momento con
destino a la educación representa tan sólo el 36,56% del total
gastado por el gobierno nacional con destino a acreedores in-
ternacionales. Los números, una vez más, muestran una con-
tundencia que es difícil abordar con palabras.
Sostener el ingreso irrestricto al sistema y la gratuidad de la
educación superior es una necesidad insoslayable. Sin embar-
go, presenta nuevos desafíos de política pública en general,
y para las propias universidades en particular. Según datos
publicados por la Secretaría de Políticas Universitarias, hasta
2016, sólo el 19,3% de los jóvenes entre 20 y 24 años accede
a la educación superior. Debemos desarrollar medios y herra-
mientas que permitan el efectivo ejercicio del derecho, don-
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