Page 5 - Y nos tienen miedo. María Elena Saraví
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tan todo. Las personas son como la sangre, yendo y viniendo yendo
y viniendo.
Por estas tiras, monoblocks y nudos es muy fácil perderse al caminar,
pero también es fácil encontrarnos en los muros que nos recuerdan a
los pibes que ya no están y el orgullo de las personas que aquí viven.
Los vecinos y vecinas de este barrio, como en otros, son gente traba-
jadora, que día a día sale a conseguir el pan. Aunque también están
aquellos a los que sin importarle el resto de las personas, salen a la
calle a destruir la tranquilidad.
En la entrada de esta escuela, frente a esta plaza, un mural nos re-
cuerda la mala fama que construyen los medios: Fuerte Apache es
marcado como peligroso, inseguro; mientras tanto, escuchamos que
los pibes y pibas relatan historias de cómo los gendarmes y la policía
los para, los verduguea, les pega, les pide plata y les quita la vida en
las calles”.
(Fragmento de la nota)

En todos los casos, a los jóvenes se les propuso escribir sobre
su vida cotidiana; tal vez eso haya sido un disparador potente,
pero que permitió la conexión con el sentido de lo que hacían:
trasmitirle a otros frente a un micrófono su propia realidad.
¿Será posible incorporar a los modelos legitimados sobre la
escritura las prácticas culturales que parecieran estar en los
bordes? Por ejemplo, escribir una letra de hip hop o contar lo
que pasa en el barrio... ¿Por qué en la escuela podemos leer el
Cervantes pero no podemos incorporar las revistas de motoci-
clismo que los jóvenes consumen? ¿Por qué analizamos textos
consagrados pero nunca uno que circule en el Facebook?
La experiencia de los talleres y lo producido en ellos nos per-
mite al menos suponer que el acto de producción de un texto
no es algo alejado del cotidiano de nuestros jóvenes, si logra-
mos concebir la escritura como un gesto necesariamente co-
nectado y cargado de sentido por la el cotidiano.

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