Page 3 - La escritura y el periodismo deportivo1, Ricardo Petraglia
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la realidad que se vivía en nuestro territorio ya nombraban
juegos y divertimentos de las poblaciones que habitaban estas
tierras.
El primer relato donde aparece el deporte del que se tiene re-
gistro data del año 1610, treinta años antes de la segunda fun-
dación de Buenos Aires y 200 años antes de la Revolución de
Mayo. En un escrito del antropólogo militar español Félix de
Azara (1610) se describe una escena deportiva:

se juntan para esto dos cuadrillas de hombres de a caballo y se señalan
dos sitios apartados como de una legua. Luego cosen un cuero en el
que se ha introducido un pato vivo que deja la cabeza afuera, teniendo
el referido cuero dos o más asas o manijas, de las que se toman los dos
más fuertes de cada cuadrilla en la mitad de la distancia de los pun-
tos asignados y metiendo espuelas tiran fuertemente hasta que el más
poderoso se lleva el pato, cayendo su rival al suelo si no lo abandona.
El vencedor echa a correr y los del bando contrario lo siguen y lo ro-
dean hasta tomarlo de alguna de las manijas, tiran del mismo modo,
quedando al fin vencedora la cuadrilla que llego con el pato al punto
señalado.

La revista Pato del año 1967, nos cuenta de otro enfrenta-
miento ocurrido el 4 de abril de 1611 de un partido disputado
en Salta en el valle de Guachipas, disputado entre naturales
del lugar y calchaquíes; de este partido se sabe que los Calcha-
quies fueron los triunfadores del encuentro (Terrera, 1971).
Cien años más tarde, el ingeniero militar Francés Amadeo
Freizer detalla una escena muy parecida.
O en 1773, en el emblemático libro El lazarillo de ciegos ca-
minantes de Calixto Bustamante Carlos o Alonso Carrió de la
Vandera (Concolocorvo) (2005) nos cuenta:

Sus diversiones, fuera de sus casa, se reducen a jugar a la chueca bár-
baramente, y sin orden, porque aunque es un género de malla, es so-
lamente una bola entre muchos sujetos, que a porfía la golpean. Algu-
nos se avanzan para cogerla, y como la bola, por el desorden, no lleva
siempre el movimiento recto, hay cabezas rotas, y muchas veces pies y
piernas lastimadas. También juegan al pato en competente cuadrillas.

Si tomamos los dos textos mencionados como los más em-
blemáticos de la literatura argentina y a modo de muestra de
entre muchos otros, como son Facundo o el Martín Fierro po-

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