Page 5 - La escritura y el periodismo deportivo1, Ricardo Petraglia
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vicio que poseía al principal personaje de la obra, y que era
una epidemia o un hábito mal visto que llevaba a la ruina. Uti-
liza en repetidas ocasiones el concepto de mesa de juego, pero
no se aclara, aunque queda claro que existía.

En cuanto a los juegos de equitación, bastaría indicar uno de los muchos
en que se ejercitan para juzgar del arrojo que para entregarse a ellos se
requiere. Un gaucho pasa a todo escape por enfrente de sus compañe-
ros. Uno le arroja un tiro de bolas, que en medio de la carrera mania-
ta el caballo. Del torbellino de polvo que levanta éste al caer ve salir al
jinete corriendo, seguido del caballo, a quien el impulso de la carrera
interrumpida hace avanzar, obedeciendo a las leyes de la física. En este
pasatiempo se juega la vida, y a veces se pierde (Sarmiento, 1845).

En 1870, Mansilla contaba en Una excursión a los Indios Ran-
queles, escenas donde estaba presente el juego, la competen-
cia y las apuestas:

Pensando un momento, se me ocurrió decir que porque en una ca-
rreras, siendo él rayero, sentenció en contra mía y me hizo perder la
carrera del gateado overo, que era un pingo muy superior que yo tenía.
Y era cierto mi coronel: fue una trampa muy fiera que me hicieron, y
desde ese día ya anduvimos mal mi padre y yo; porque la parada había
sido fuerte y perdimos tuitito cuanto teníamos (Mansilla, 1875).

En 1872, José Hernández aportaba otra mirada sobre el gau-
cho en su emblemático Martín Fierro y el juego como el de-
porte estaban, eran parte de la vida del gaucho matrero:

¡Ah tiempos!...¡Si era un orgullo
ver jinetear un paisano!
Cuando era gaucho baquiano,
aunque el potro se boliase,
no había uno que no parase
con el cabresto en la mano.

Y mientras domaban unos,
los otros al campo salían,
y a la hacienda recogían,
las manadas repuntaban,
y ansí sin sentir pasaban
entretenidos el día (Hernández, 1876: 19)”.

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