Page 3 - Número 6 | Revista Letras
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permanente no se provoca el hecho educativo. Se provoca el sentido
         inverso, la burocratización de lo establecido. La crisis es el motor
         para que pase algo en el aula.

¿Cómo se piensa el aula? ¿Qué debe pasar allí? ¿El aula es sólo
el espacio físico de la escuela? El aula debiera ser ese lugar que
convoca a que algo suceda, manifiesta Sztajnszrajber, y que
supere la mera cuestión informativa.

         Ojalá discutieran el número de desaparecidos porque entonces sig-
         nifica que pasa algo. Si te da lo mismo 30.000 desaparecidos a 40
         años de la dictadura, o el logaritmo o la ecuación, entonces hay algo
         en la escuela que se juega en repetición de información y no en lo que
         sería a lo que los griegos llamaban la formación del carácter, de una
         de identidad, de ciudadanía.

En la docencia, como experiencia post áulica, hay varias cues-
tiones a reflexionar, ya que como bien lo explica el filósofo,

         Cuando se normaliza el espíritu crítico, perdimos. El gran triunfo del
         poder es que sabe construir su propia resistencia, sea el poder que
         sea, se trata de salirse desde lo que el poder instituye. Los docentes
         formamos: imprimimos formas; eso significa que el estudiante llega
         al aula sin forma, amorfo.

Y aquí el debate se propone no solo desde las experiencias per-
sonales sino en lo que se supone que debe ser correcto o acepta-
ble, porque en esa tarea educar/transformar, muchas veces se
cae en la idea de que la última palabra y la verdad absoluta es la
del docente. Aquel que tiene la forma y el acceso a la forma ver-
dadera (que se quiere dar a los estudiantes), sin tener en cuen-
ta las historias de vida, las necesidades, el universo vocabular,
al decir de Paulo Freire, y aquellas percepciones que lo toman
como “amorfo” y que van instituyendo conceptos, en la socie-
dad, provocando lo que Foucault llama normalización.
Michel Foucault entiende a la normalización como un sistema
finamente graduado y con intervalos medibles en los cuales los
individuos pueden ser distribuidos alrededor de una norma –
una norma que a la vez organiza y es el resultado de su controla-
da distribución-. Asimismo, este concepto va asociado a la idea
de poder que se impone al de individualidad, según el autor:

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