Page 3 - Número 6 | Revista Letras
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Soriano, por su parte, era muy querido y admirado por algu-
nos de sus colegas, pero también muy criticado por otros. Fue
desaconsejado en la Facultad de Letras de la Universidad de
Buenos Aires, en donde dieron a leer Cuarteles de invierno
como ejemplo de lo que no había que hacer. Era un autor que
tenía una mirada muy intensa de la realidad. En sus propias
palabras en el diario Página/12: “Cuando entrego los origina-
les a la editorial es como si recibieran una pierna mía, un híga-
do. Yo escribo con el cuerpo” (2004), explicaba así el empeño,
la vida misma que ponía en su escritura.
Es entonces que puede establecerse una línea que atraviesa a
Arlt y a Soriano de manera fundamental. No soloprovenían de
las masas populares yse iniciaron desde abajo y como pudie-
ron en una escritura desprestigiada, la periodística, sino que
también, cada uno en su época, se hizo escritor al margen de
la tan prestigiada Academia y los diferentes grupos elitistas,
soportando sus duras críticas. Los dos pudieron interpretar
todo lo que sucedía en la cotidianeidad, analizarla y traducirla
en la escritura en términos de ficción.
Con Soriano y con Arlt se entiende a la Argentina, ya que ellos,
en sus obras, captaron también la angustia y frustración de
-en palabras de Arlt- un edificio social que se derrumbaba. De-
jaron la estampa viva de su época. Arlt la de la Buenos Aires de
la década infame, la de esa gente que todavía no se descubría a
sí misma; Soriano la de los complejos años 70 en clave política
y social. Leerlos es como ver nuestra cultura y sociedad en una
viva imagen que denota nuestra identidad. Si siguieran aquí
hoy serían quienes narrarían todas nuestras contradicciones y
nos retratarían a todos: kirchneristas y antikirchneristas; po-
licía y pibes villeros; medios de comunicación monopólicos y
alternativos; patriarcado y feministas. Es con esta literatura
con la que se puede entender la historia profunda, su comple-
jidad, revanchismos y contradicciones.
Al nombrar estos actores antagónicos de nuestro presente se
vuelve a aquella escritura que no le teme a la confrontación.
Los dos en su momento, con una popularidad envidiada, re-
presentaron la escoria de la famosa intelectualidad nacional,
esa es la prueba de su vigencia y contundencia de su escritura.
De esta manera, es inevitable mencionarlos sin nombrar, tam-
bién, cómo fueron una piedra en el zapato de la Academia por
la poca preparación formal que tenían. Soriano es el último
escritor de best-sellers en nuestro país, aun así sigue siendo

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