Page 2 - Número 6 | Revista Letras
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de orden (que siempre responde a los intereses de la clase do-                 Lectura y crítica del discurso heterosexual
minante) y que este orden se vea como algo “natural”. Por otro
lado, la elaboración de una serie de equivalencias discursivas,
es decir que ciertos significantes tienen un significado fijo que
no debería ser subvertido.
Sabiendo que la lectura y el discurso moldearán nuestras ex-
periencias y formas de ver el mundo, es interesante pensar,
por ejemplo, en los cuentos infantiles para niños. Estos cuen-
tos se leen desde muy temprana edad y, en su mayoría, sus
textos son heteronormativos y vale la pena destacar también,
patriarcales.
Pero aunque la heterosexualidad siempre existió, aunque no
había una palabra para ello. De hecho, en La invención de la
cultura heterosexual (2008), el sociólogo Louis-Georges Tin,
quien tenía como propósito desnaturalizar al ser heterosexual,
logró rastrear el origen de la norma heterosexual monogámica
correspondiente al amor romántico como una invención de la
Iglesia en la Edad Media. De esta forma surgió el matrimonio
que, como sugiere Osvaldo Bazán en Historia de la homose-
xualidad en la Argentina:

         No es ‘lo que Dios ha unido’. Sus autores fueron hombres reunidos
         con fines políticos y económicos concretos, quienes interpretaron y
         monopolizaron la palabra de Dios a su antojo y necesidad. Que el
         matrimonio heterosexual y monogámico fuera definido como sagra-
         do instauró una primacía que excluyó cualquier otro tipo de relación
         (2004: 95).

Si se analiza directamente el discurso de la Biblia, prestan-
do atención a algún versículo, podrá notarse claramente esta
relación entre la escritura y la interpretación del mundo. En
Corintios 6:9 del Nuevo Testamento dice exactamente: “¿No
sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No
erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni
los afeminados, ni los que se echan con varones”. Este es un
claro ejemplo de cómo este discurso, al ser leído e interpreta-
do por sociedades enteras, ha llevado a creer que todo lo que
se sale del mismo, es erróneo. He ahí la importancia de anali-
zar con cuidado los discursos que leemos y consumimos.
Por otro lado, Foucault, en Historia de la sexualidad, argu-
menta que los deseos no son entidades biológicas preexisten-
tes, sino que se constituyen en el curso de prácticas sociales

26 | Letras | ISSN 2524-938X
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