Page 3 - Número 6 | Revista Letras
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históricamente determinadas, que la sexualidad no está uní-
vocamente determinada por la biología. Es decir, que la he-
terosexualidad es un simple invento sociocultural. Asimismo,
la filósofa lesbofeminista Monique Wittig afirma que la hete-
rosexualidad no constituye un deseo preconsciente, natural,
prelingüístico, espontáneo; ni una elección, orientación o in-
clinación sexual, sino, muy por el contrario, un discurso opre-
sor de todo aquel cuerpo que esté en el lugar de la “otredad”.
Esto nos lleva a la conclusión de que no se puede pensar a la
heterosexualidad como algo inherente al ser humano, sino que
debe ser visto como una construcción histórica, social y cultural
atada a la formación y educación de los individuos. Las institu-
ciones, en un principio la Iglesia y luego el Estado, perpetraron
esta idea como la única opción “normal” utilizando sus meca-
nismos de poder hegemónicos. Y esto incluye sus escritos y lite-
ratura, ya que es el tema que compete en este artículo.
Las prácticas repetidas durante siglos dieron la falsa idea de
que esto se daba de manera natural y espontánea, cuando en
realidad lo que se hizo fue imponer una única forma de cómo
se debe vivir el amor y la sexualidad. El matrimonio, sea dicho
de paso que es una invención de la Edad Media que al día de
hoy no ha sido cuestionada; plantea una cierta idea de amor
romántico, que como dice Mari Luz Esteban en Crítica del
pensamiento amoroso se ve de la siguiente manera:

         Se hipertrofia, se romantiza, se clasifica y se jerarquiza el amor. En
         el centro estaría, como ya se ha dicho, el amor romántico, de pareja
         o sexual, como pedestal de toda la organización social, enraizada en
         una ideología, en una determinada manera de entender e institucio-
         nalizar el matrimonio y la familia (indemnes a pesar de los cambios)
         y una estructuración de la convivencia, donde el lugar central (real o
         simbólico) de la pareja es incuestionable (2011: 58).

Y esta idea de amor romántico que nace a partir de la hetero-
norma se reproduce en todos los discursos que nos rodean.
Así es como a partir de esto, y otras herramientas de control
inmersas en la cultura occidental, se termina por dejar de lado
cualquier otra forma de experimentar el amor o la sexualidad.
Las deja del otro lado de, en términos de Gramsci (1975), la
frontera imaginaria que hace que todo significado que se des-
víe de los estatutos naturalizados, suela ser objeto de pánico
moral.

                                                              APRENDER A LEER | 27
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