Page 3 - ¿Los/as jóvenes no leen? Experiencias de lecturas en booktubers. Giuliana Pates
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/as primeros/as booktubers de habla hispana surgieron en
2012 y fueron mexicanos/as y españoles/as. Tienen, en la ac-
tualidad, doscientos mil suscriptores/as y una gran influencia
sobre las editoriales que publican literatura juvenil. Son reco-
nocidos/as por ellas como nuevos/as críticos/as y hay casos,
como el del español Javier Ruescas, en que se convierten en
escritores/as. En Argentina, el fenómeno es más reciente. Los
primeros videos de booktubers son de mediados del año 2013,
pero han proliferado en 2014. La mayoría de ellos/as viven en
Capital Federal o ciudades del Conurbano, graban los videos
en sus casas, con las bibliotecas de fondo, y tienen entre qui-
nientos y cinco mil suscriptores/as.
Hay un primer aspecto que quiero mencionar: la cantidad de
lecturas mensuales que hacen los/as booktubers. Leen, en
promedio, diez libros por mes, lo que da un total de ciento
veinte libros por año. En su mayoría, son sagas de literatura
juvenil, novelas fantásticas y de suspenso, como Harry Potter
de J. K Rowling, El juego del hambre de Suzanne Collins y
Correr o morir de James Dashner, y novelas románticas como
Bajo la misma estrella de John Green, Divergente de Verónica
Roth y A tres metros sobre el cielo de Federico Moccia. Estos
libros son considerados best sellers, motivo por el cual ocupan
las mesas y vidrieras de todas las librerías grandes del país.
Sus precios oscilan entre ciento cincuenta y trescientos pesos.
Pero estos no son los únicos géneros que leen. También, han
leído y reseñado, aunque en menor medida, clásicos como El
diario de Ana Frank, El mercader de Venecia y Romero y Ju-
lieta de William Shakespeare, El Conde Lucanor de Don Juan
Manuel, La vuelta al mundo en ochenta días de Julio Verne,
El fantasma de Canterville de Oscar Wilde, Relato de un náu-
frago de Gabriel García Márquez.
Lo dicho hasta aquí sugiere que estos/as jóvenes tienen ca-
pital económico para comprar tantos libros, al menos antes
de alcanzar reconocimiento y conseguir que las editoriales les
regalen los ejemplares, y para tener una cámara que los grabe
y una computadora para editar los videos. Por otro lado, tam-
bién tienen capital cultural que les permite entender y hacer
referencias en inglés, al mismo tiempo que conocimientos del
lenguaje audiovisual. En este sentido, la experiencia de una
lectura prolífica y continua en jóvenes no puede generalizar-
se porque, de ese modo, se estarían ocultando las desigualda-
des y diferencias presentes al interior de las juventudes. No

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