Page 4 - Contar para leer, esa es la cuestión. Judith Vescovo
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una sensación sagrada, de la que difícilmente puede desen- Contar para leer, esa es la cuestión
tenderse, hasta transformarlo. Tiene el poder de un conjuro
porque hace que sucedan cosas que provocan profundos cam-
bios en el hombre. La literatura oral manipula al auditorio, lo
hace atravesar por diferentes estados emocionales, pero, a su
vez, modifica al orador y actualiza al texto contado, porque en
ese encuentro entre narrador y público ninguno permanece
inmune: ambos se contaminan y se transforman en co-crea-
dores del cuento narrado. Las historias regresan enaltecidas
a los oídos de los espectadores y se corporizan y dialectizan
infinitas experiencias. Esta es la provocación de la magia de
contar un cuento. Mario Vargas Llosa (2008) en su artículo
“Contar cuentos”, nos dice:

(…) La idea de inventar historias y contarlas, es decir, de hacerlas vi-
vir y compartir mediante la palabra y, luego, más tarde, la escritura.
Ese quehacer, esa magia, refinó la sensibilidad, estimuló la imagina-
ción, enriqueció el lenguaje, deparó a hombres y mujeres todas las
aventuras que no podían vivir en la vida real y les regaló momentos
de suprema felicidad. Eso es también la literatura: un permanente
desagravio contra los infortunios y desagravios de la vida.

Y luego agrega, haciendo referencia a Las mil y una noches y
a la contadora de cuentos Sherezada:

(…) la gran narradora, desanimaliza al bárbaro que hasta antes de
casarse con ella era puro instinto y pulsión y desarrolla en él las es-
condidas virtudes de lo humano. Haciéndolo vivir y soñar vidas ima-
ginarias, lo enrumba por el camino de la civilización. (…) Cuando
el rey Sahrigar perdona a su esposa- en verdad, le pide perdón y se
arrepiente de sus crímenes-, es alguien al que los cuentos han tras-
formado en un ser civil, sensible y soñador.

El hecho de que mis alumnos/as de primer año leyeran El fan-
tasma de Canterville se dio por la provocación que produjo
que se les contara la novela y, en este sentido, fue clave la pre-
sencia de un mediador que generó en los alumnos el deseo
de leer y, más tarde, su encuentro con la lectura. Numerosos
estudios actuales, que pertenecen al campo de la sociología y
etnografía, dan cuenta de la importancia de un mediador para
generar hábito de lectura en los jóvenes, es decir: la presencia
de un sujeto que oficie de puente entre el libro y el lector. Este

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