Page 6 - La universidad como horizonte, Rossana Viñas
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s de Internet y las redes sociales (Facebook, Twitter, etc.) La universidad como horizonte
se ha generado un trabajo colaboracionista entre los usuarios
que los jóvenes han adquirido fácilmente. Entonces, el conoci-
miento que ellos traen desde el afuera del aula, esas prácticas
vernáculas (Cassany; Sala Quer, 2010) adquiridas por cuenta
propia, al margen de las reglas de las instituciones (y mucho
más hoy, potenciadas a través de los dispositivos que ofrecen
las TIC -telefonía móvil, sms, redes sociales, buscadores, en-
tre otros-), debiera ser un punto de partida para organizar los
contenidos y el aprendizaje.
Porque asimismo, entran en juego otros elementos. En las
escenas áulicas, hoy puede aparecer la desmotivación de los
alumnos, pero también la de los docentes:

Probablemente una primera respuesta sea: “no es fácil enseñar en es-
tos tiempos”. Y coincidimos, no lo es. No es fácil enseñar a leer una
novela de 200 páginas si el cine se encarga de desplegarnos su trama
en imágenes 3D y sonido digital. Tampoco es fácil lograr que sea acep-
tada nuestra invitación a disfrutar de ciertos versos románticos del
siglo XIX cuando la poética musical de numerosas y actuales bandas
hoy condensa las emociones de la mayoría de los jóvenes. No resulta
sencillo enseñar reglas de ortografía cuando el chat abre el universo
de la no sanción ante la falta de una h o una tilde olvidada sino que,
por el contrario, premia la omisión con el pulso de la velocidad. Ni se
nos presenta despejado de dificultad proponer escribir un informe de
investigación cuando todo parece estar ya investigado y a la mano en el
mundo web: sólo hace falta cortar y pegar (Brito, 2010: 65).

Solo son algunos ejemplos que demuestran el gran desafío de
enseñar a leer y a escribir en los tiempos que corren.
Por supuesto, no se quiere decir que como docentes, no cum-
plamos con el currículo educativo oficial, sino más bien, tomar
esos conocimientos y ese tipo de prácticas, para adentrarse a
las prácticas letradas propias de la institución y aprendan los
contenidos académicos, para luego, darle rigor y detalle a sus
actividades en general. Y es cierto que el joven llega a la insti-
tución educativa con un bagaje cultural previo, y una trayecto-
ria social y escolar desde la cual construirá sus recorridos po-
sibles dentro de ella. Entonces ¿por qué no utilizar ese bagaje
de prácticas y esas trayectorias?
Se debe interpelar a los jóvenes estudiantes desde otra matriz,
no desde la interpelación adultocéntica; sino desde la de ellos

60 | Letras
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