Realidad, Ficción y Escritorxs-Periodistas

Ficción & Realidad

Por Franco Dall’Oste

¿Qué es la ficción? Piensenló un segundo. 

Ahora bien, es posible que muchos de ustedes asocien a la ficción con una idea de “falsedad”, de algo alejado de la realidad. Mientras habría otros discursos que están más cercanos a la realidad (por ejemplo un discurso informativo). Bueno, así las cosas, vamos a ver qué hay de cierto en esto. 

Vamos a partir de la idea de que la escritura es la construcción de un texto. ¿Qué caracteriza a ese texto? Que produce sentido social y que está atravesado histórica y políticamente tanto cuando se escribe como cuando se lo lee. Me explico:

Todo discurso está conformado por decisiones (conscientes o inconscientes): decidimos qué historia contar, con qué personajes, en qué escenarios, con qué tono, e incluso dónde escribir, cuándo y con qué finalidad; es por eso que decimos que los discursos son construcciones. Como verán en diferentes estudios de la comunicación, la relación entre el lenguaje y la realidad, es decir, entre la palabra “mesa” y eso que existe en la realidad y que llamamos “mesa” es arbitraria, es decir, no existe ninguna razón “natural” para que estén relacionadas, sino que entre todos, como sociedad, consensuamos esa relación. Es por eso que la comunicación es producción social de sentido.  

Volviendo a la escritura, podemos afirmar entonces que la construcción de textos narrativos, ya sean de ficción o no-ficción, tienen la misma naturaleza: ambos están atravesados por lo social, lo histórico y lo político. Cada vez que nos sentamos a escribir, lo que pensamos del mundo, nuestras ideas de qué es el poder y quién lo ostenta, qué está bien y está mal, sumado a nuestro trabajo, nuestra situación económica, dónde vivimos, con quienes, a qué violencias somos sometidos y cuáles ejercemos, etc, etc, todo eso se trama en nuestro discurso. Por eso decimos que cualquier pretensión de “objetividad”, es decir, de ser “transparentes” con nuestro lenguaje es una ilusión: el lenguaje está cargado de ideología, de representaciones de poder y de hegemonía. 

Las definiciones sobre lo falso y lo verdadero entonces, también es una construcción social, es decir, que cada sociedad consensúa qué se define como verdadero y qué como falso. Así, si viajamos a los años ‘50 o a 1820, lo que considera la sociedad como verdadero (por ejemplo la noción de “hombre y mujer” o incluso de “humanidad”) o falso, va a variar. Hay que decir también que ese “consenso” no es estático: aún hoy estamos peleando y discutiendo qué discurso es “real” y cual no (aborto legal, privilegiar el sistema de salud, qué es un estado, etc.). A la lucha y circulación de poder respecto de estas discusiones es que llamamos hegemonía

Entonces podemos decir que la ficción no es falsedad frente a discursos objetivos, porque, como vimos, ningún discurso está más cerca de la realidad que otro por la misma naturaleza del lenguaje (que no es transparente). Entonces, ¿qué pasa con los discursos de no-ficción (la crónica, la biografía e incluso las notas informativas)?

La veracidad -la posibilidad de “comprobar”o chequear datos duros que aparecen en el texto en otras fuentes de información (como por ejemplo otros testimonios presenciales, otras investigaciones, notas, comunicados institucionales, etc.)- en la no-ficción aparece como una condición para ser reconocida como tal. Es decir, le creeremos (idealmente) a una noticia, si esta cumple con la condición de ser “verificable”.  Sin embargo, aunque busque excluir todo rastro “ficticio”, eso no la acerca necesariamente a la verdad (las fake-news son un gran ejemplo). Aún cuando la intención de veracidad sea sincera y los hechos sean narrados rigurosamente exactos sigue existiendo el obstáculo de qué tan creíble son las fuentes (además de que su visión es también subjetiva), de qué piensa elle periodista o escritore que pasó realmente en un hecho, de en qué diario escribe y de todas las condiciones que vimos más arriba que rodean a une escritore. 

La ficción en cambio no renuncia a la realidad, sino a la verificación. Los textos ficcionales no tienen una relación transparente con la realidad, pero están atravesados por ella: cada palabra, cada elección de personajes, género, héroes o villanes, es una expresión tanto subjetiva como social. La realidad ES realidad social, por que solo accedemos a ella a través del lenguaje que, como vimos, es consensuado socialmente y es dinámico, nunca es el mismo. 

La ficción escapa de esas pretensiones sin por eso renunciar a tramar con lo real en términos sociales. Decir que “1984” de Orwell o el “Martin Fierro” de Hernández no dicen nada de la realidad sería ignorar totalmente su impacto y su raíz en los problemas sociales y políticos de su época. Incluso su re lectura indaga sobre nuestra época: la discusión entre civilización y barbarie en nuestro país nunca ha terminado realmente. 

La única condición de la ficción es la construcción de un verosímil. ¿Qué es esto? Una especie de “contrato de lectura” que el escritor establece con el lector y define qué es real y qué no dentro de ese mundo.  Es decir: si, por ejemplo, construimos la idea de un policial negro, esperamos que sucedan ciertas cosas y otras no. Cómo el escritor maneja esos límites de qué es verosimil (qué cosa el lector considerará “coherente” que ocurra en la trama) y qué no, es una parte muy importante de su trabajo. 

La diferencia entre la ficción y la no-ficción, entonces, no tiene que ver con una relación con lo real o no, sino que la diferencia existe en qué espera la sociedad de ellos. Mientras que de la ficción es esperable que cree un mundo verosímil, la no-ficción lo hará a partir de lo verificable del discurso. 

Pero hay algo más importante que les lectores o espectadores esperan de la ficción: que esta sea SIGNIFICATIVA. 

¿Qué quiere decir esto? 

Es lo que iremos viendo clase tras clase en esta Cátedra Taller, pero para comenzar a desentrañar este concepto: es la idea de que un texto puede tramar un “plus” de sentido, una apertura desde lo particular -la historia de una persona- a lo universal -nuestra vida y la idea de por qué existimos como humanidad-.  

Para ver más:

Escritor-periodista

Ahora bien, ¿por qué estudiamos la escritura de ficción en la Facultad de Periodismo y Comunicación Social?

Una razón ya la vimos anteriormente: porque la ficción es otra herramienta que tenemos para hablar de la realidad y participar en las discusiones acerca del poder en nuestra sociedad. De hecho, la ficción puede tramar ciertos temas que no es posible tramar en discursos de no-ficción, y qué mejor comprobación que la existencia de toda una escuela de periodistas-escritorxs que han utilizado la ficción como herramienta de lucha

A lo largo de nuestra historia, podemos encontrar muchos escritorxs-periodistas (Walsh, Briante, Soriano, Hernández y Conti en nuestro país y casos paradigmáticos como Hemingway, García Marquez o incluso George RR Martin) que se han caracterizado por escribir textos con un lenguaje accesible y cuya principal temática gira en torno a problematizar el poder. Sin embargo, estos han sido y siguen siendo clasificados como simplones, “populares” (considerando esta característica como algo negativo, cosa con la que esta Cátedra está terminantemente en desacuerdo) y dejados de lado por la hegemonía del campo literario y la crítica. 

Vamos a hacer un paréntesis: ¿qué es el campo? Para decirlo de manera simple, el campo es un espacio simbólico (es decir, no físico) donde las personas actúan y luchan por la legitimidad. Es decir: en el campo artístico, por ejemplo, les artistas buscan actuar (pintar, escribir, componer, etc.) y también participan en qué es legítimo (qué pertenece y en qué medida) a ese campo artístico, tanto respecto a su obra como a la de los demás. Son esas discusiones que aparecen cada tanto en el cine, por ejemplo, respecto de si una película de Netflix o una película de super-héroes es buen cine (o es cine en absoluto) o no lo es. La posición hegemónica es la preponderante dentro de ese campo. 

Esta discusión también existe dentro de la literatura y ha tenido en nuestro país un recorrido interesante: un ejemplo de ella es el caso “Florida y Boedo”, que a su vez se asocia a la idea que vimos anteriormente de “civilización y barbarie” que es la clave sobre la cual girará nuestra idea de qué es literatura y qué no, pero también qué país queremos y quienes están incluidos y quienes no. En ese sentido, nuestres periodistas-escritorxs han sido identificades del lado de la “barbarie” y han sido acusades de “populistas” y “malos escritores”. Tal ha sido el caso de Roberto Arlt, Osvaldo Soriano, Rodolfo Walsh, etc. 

Entonces, ¿qué entra en discusión cuando se discute qué es “buena literatura” y qué no? Una discusión, justamente, sobre el lenguaje: su capacidad de ser accesible por muchos o pocos. 

Dice Borges en “Tlon, Uqbar, Orbis Tertius”: 

“Bioy Casares había cenado conmigo esa noche y nos demoró una vasta polémica sobre la ejecución de una novela en primera persona, cuyo narrador omitiera o desfigurara los hechos e incurriera en diversas contradicciones, que permitieran a unos pocos lectores -a muy pocos lectores- la adivinación de una realidad atroz o banal”. 

De alguna forma, este extracto expone una mirada sobre qué es la literatura: la utilización de un lenguaje que permita que esa “significatividad” sea accesible a unos pocos. Otra discusión, más compleja, será respecto a lo político: 

  • Unes sostendrán que el arte puede y debe ser independiente de cualquier mirada ideológica del mundo, como si el lenguaje fuera algo estático y asilado, al igual que los debates sobre qué es verdad y qué no. 
  • Les escritorxs-periodistas en cambio, sostendrán que la literatura es una herramienta de lucha popular y que, por su misma naturaleza de ser una construcción, no puede no pensarse sin las elecciones y pensamientos políticos tanto del escritor como del lector. 

No decimos, por esto, que las literaturas “difíciles de leer” deban ser excluidas del campo, pero sí queremos validar que los lectores accedan a la obra de periodistas-escritorxs quienes, por quizás venir de estudiar comunicación y técnicas periodísticas de escritura, han podido desarrollar un lenguaje que sea más fácil de digerir para les lectores. 

¿Hay detrás de esta exclusión de parte de sectores críticos o académicos una conspiración? No, pero sí hay ideología, es decir, una lucha intrínseca acerca de qué visión del mundo es la hegemónica.

En este sentido, les escritorxs periodistas, en muchas de sus ficciónes, han tematizado explícitamente cuestiones que hacen al conflicto social y a las dinámicas del poder. Desvalorizar a les periodistas-escritorxs como “escritorxs”, ¿no es entonces desvalorar la posibilidad de problematizar estas mismas temáticas? 

Volvamos al caso de Arlt para pensar esta cuestión desde otro ángulo:

Arlt es denostado por sus contemporáneos (no por el público, ya que era un sumamente leído y seguido, sino por su entorno literario). ¿Y qué se trama en la ficción de Arlt? La crueldad y el desamparo reinantes en las ciudades colapsadas durante los años veintes y treintas de nuestro país. Su obra constituye una suerte de puesta en evidencia de las injusticias sociales y un agite de fantasías anárquicas que resultan bastante alarmantes. 

Entonces, resumiendo, ¿qué caracteriza a une periodista-escritore?

  • Son formades en el campo del periodismo.
  • Saben que la escritura es un oficio terrestre; se escribe para ganarse el pan, no hay tiempo para esperar a que les llegue la inspiración, ni hay tiempo para encontrar la forma más perfecta posible.
  • Saben que hay que ser claros y simples para conservar al lectore hasta el final del texto.
  • Se comprometen con su época y sus luchas.
  • Saben hacer uso de sus insumos a la hora de escribir: su experiencia de vida, su biblioteca y su imaginación.
  • Tematizan explícitamente en sus ficciones cuestiones vinculadas a la historia, el conflicto social, la tragedia de nuestro país, la tensión y la consecuencia de los dos modelos económicos en pugna desde 1810.

No se trata de denostar a otros tipos de escritorxs, sino de sostener que les escritorxs-periodistas son les que nos interesan a nosotros porque sus ficciones nos resultan fuertemente significativas, y de batallar para que tengan su merecido lugar en el campo literario.