Escritura de ficción y contrahegemonía

Por Marina Arias

Hace años, David Viñas definió la cuestión central del campo literario local: “la literatura argentina es la historia de un proyecto nacional” (VIÑAS, 1964), y sostuvo su tesis en la evidencia de que ella nació con El matadero de Esteban Echeverría (1838-1840-1871) y Facundo (1845) de Domingo Sarmiento: dos obras que traman abiertamente un antirrosismo irreductible.

Desde entonces, la relación entre literatura argentina y política es constante.

Por lo tanto, en nuestro caso, pensar una literatura por afuera de “lo político” no es sólo una operación ideológica (una arista más de aquello que Rodolfo Walsh identificó como “trampa cultural”, es decir, pensar a “la cultura” por afuera del conflicto social y la política) sino también una falacia histórica.

Una aclaración sobre el término “literatura”. De un tiempo a esta parte este sintagma ha sido tramado en distintos campos y disciplinas (se habla de la “la literatura de la antropología”, por ejemplo). Al mismo tiempo, “la” Literatura (con mayúscula) tradicionalmente ha sido, y en muchos casos sigue siendo, asociada y enmarcada como parte de las “Bellas Artes”, es decir, es definida y entendida desde cosmogonías liberales, como fruto de la “creatividad”, “talento” y “esfuerzo” de un “genio individual”.

Es por eso que en el presente artículo preferiremos nominar a la praxis y a los objetos culturales que nos convocan como “escritura de ficción”.

Y sostenemos que toda escritura de ficción es política.

En primer lugar, porque la escritura es performativa (es un acto creativo que siempre actúa en el mundo) y como tal, hace visible que no hay ninguna “necesariedad” (en el sentido “lógico-filosófico” del término) de la “realidad”: la escritura de ficción trama que ni el presente ni el futuro de nuestros pueblos son inexorables. Aun cuando se mantenga en los márgenes del “realismo” (término problemático a consecuencia de una ingenuidad ontológica fundante, y denostado por un mal uso histórico, que sin embargo merece una redefinición y una reinstalación en el tablero genérico, porque como ha señalado Graciela Speranza: “si de algo nos han convencido las parábolas más extremas de la literatura moderna es de la inadecuación esencial entre el lenguaje y lo real. Pero el escritor no se resigna. El deseo de alcanzar la realidad renace transfigurado incesantemente” (SPERANZA, 2006) la escritura de ficción viene a mostrar que el mundo podría ser “de otra manera” o que podrían suceder “otras cosas” en el mundo. En este sentido, como se ha señalado tantas veces desde distintas perspectivas de la crítica literaria, toda literatura es “subversiva”.

En segundo lugar, toda escritura de ficción es política porque cualquier texto trama siempre una concepción sobre lo que es un “sujeto” (o un “individuo”, o un “ser”, dependiendo del paradigma gnoseológico desde el que mire y se piense el mundo) y sobre el poder.

En tercer lugar, toda escritura de ficción es política porque todxs lxs autorxs están inexorablemente tramados con sus condiciones históricas y materiales de existencia.

Ahora bien, hay además una escritura de ficción que “se hace cargo” de lo político. Que lo tematiza explícitamente. Esto no significa que la escritura de ficción venga a repetir lo que dice la política (lo que la convertiría en una suerte de “panfleto” sin ningún valor artístico, sin ningún sentido agregado, sin ninguna posibilidad de convocar a una epifanía al lector) sino que la escritura de ficción que tematiza lo político es fértil e imprescindible cuando repone sentidos sobre lo político que en los discursos políticos (en el sentido semiótico del término, no en el “partidario” o “militante”) no parecen estar. Como ha señalado el escritor Martín Kohan “poder hacerse cargo de lo político, sin por eso llevar a la literatura a esa función realista” (KOHAN, 2011).

Es que hay sentidos sobre lo social que se traman en la escritura de ficción y no en otros discursos, porque hacen a la memoria colectiva inconsciente que no puede asumirse contemporáneamente.

Hay además sentidos sobre lo social que se traman mejor en la escritura de ficción: “Esa mujer” (WALSH, 2013), por ejemplo, trama de un modo más potente la “mística” y “el sentir peronista” que cualquier nota, ensayo o análisis sobre este fenómeno político.

Leopoldo Lugones abre la relación entre literatura y política del siglo XX apoyando el golpe de Uriburu con la frase “ha sonado otra vez para bien del mundo la hora de la espada” (LUGONES, 1924) en una abierta colaboración discursiva con el poder. Por su parte, Rodolfo Walsh cierra el siglo con su “Carta Abierta de un escritor a la Junta Militar”, en la que denuncia al poder. A pesar de esto (que son dos datos históricos, no media ningún tipo interpretación) no suele asociarse la pluma del “gran poeta nacional” con “la política”, mientras que la escritura de Walsh es unánimemente vinculada a ella (vínculo, que, además, en muchos casos es utilizado para deslegitimar su obra).

En un texto de 1965, “RW”, una suerte de autobiografía abreviada, Walsh expresa: “Operación masacre cambió mi vida. Haciéndola, me di cuenta que además de mis perplejidades íntimas existía un amenazante mundo exterior” (WALSH, 2013). Lo que parece estar tramado en este texto es la pérdida de cierta ingenuidad intelectual y política, a partir de la investigación que había llevado a cabo para el libro (enfrentándose al encubrimiento estatal, amenazado y, durante un período, obligado a la clandestinidad, encontrándose con la negativa de la mayoría de los medios a publicarlo). A partir de esa vivencia, Rodolfo Walsh empieza a “hacerse cargo de la política”.

Actores del campo escriturario argentino hacen caso omiso de aquella reflexión de Walsh. Y hasta ahora, lo que ello ha producido en muchos casos es la naturalización e invisibilización de la “trampa cultural”.

Rodolfo Walsh identifica y denuncia el mito de la escritura entendida como una actividad profesional liberal, imparcial e independiente. Es parte de su lucha por la verdad y la justicia. Pero es también un llamado a la construcción de contrahegemonía.

La escritura colectiva de ficción es otra forma de tramar en esa misma dirección. En estos tiempos de regreso del neoliberalismo, la producción de narraciones entre dos o más participantes, es, sin lugar a dudas, una praxis cultural contrahegémonica: no hay “un autor” ni “un propietario” del texto. Por sí misma, esa característica de la escritura colectiva de ficción la instala ya como un ruido disruptivo en la “matrix” cultural en la que se formatean y se traman lxs sujetxs contemporánexs. Su principal desafío es hacer a un lado vanidades y egos para dejarse sorprender por los sentidos que surgen ¾sí y sólo sí¾ en el acto performativo de escribir ficción con otrxs. En este sentido, la escritura colectiva de ficción es “revolucionaria”, también, porque “invita” a lxs autorxs a que abandonen los registros y los géneros a los que están acostumbrados, para descubrir así otros sentidos y usos del lenguaje: permite reconocer y transitar otras textualidades ¾y realidades¾ posibles. Es también una praxis transformadora porque cuestiona el capital simbólico que trae aparejado la “firma de autor” y la importancia de esta última a la hora de que un texto se “cotice” en el campo literario. Y así mismo es contracultural porque implica un trabajo colectivo y colaborativo en un campo tradicionalmente individualista, un campo tramado con fantasmas, mitos y construcciones ideológicas liberales e iluministas.

En este artículo ha sido señalado que hay sentidos sobre lo históricosocial que se traman de un modo más “efectivo” en la escritura de ficción. Por eso, el literario es un campo en el que, quienes ansíen un mundo más justo y solidario, no pueden dejar de intervenir. La escritura colectiva de ficción es, sin lugar a dudas, uno de los caminos posibles después de la epifanía walshiana.

Referencias bibliográficas

VIÑAS, David (1964). Literatura argentina y política. Buenos Aires: Jorge Álvarez Editor.

WALSH, Rodolfo (2013). Cuentos Completos. Buenos Aires: Ediciones de la Flor.

Referencias electrónicas

KOHAN, Martín (2011) Martin Kohan en diálogo con Herramienta. Rescatado de: http://www.herramienta.com.ar/herramienta-web-9/martin-kohan-en-dialogo-con-herramienta

SPERANZA, Graciela (2006). Por un realismo idiota. Rescatado de: http://www.revistaotraparte.com/n%C2%BA-8-oto%C3%B1o-2006/por-un-realismo-idiota

LUGONES, Leopoldo (1924) Discurso en el centenario de la batalla de Ayacucho. Recuperado de:  https://cdn.educ.ar/repositorio/Download/file?file_id=2128ad00-e9ec-4460-9d94-8cc381a137b2

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