Page 2 - El núcleo duro de la deserción. Rossana Viñas
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pesar de las ganas con que el joven estudiante llega a las El núcleo duro de la deserción
puertas de la universidad, la pregunta que surge en ese joven,
entonces, es: “¿y qué hago?”
En este aspecto, y coincidiendo con Daniel Korinfel (2004), el
investigador afirma que el final del nivel secundario hoy, im-
plica altos niveles de incertidumbre, ya que es el momento de
tomar decisiones sobre estudiar, capacitarse y/o buscar traba-
jo pero además, de ser “incluidos en los espacios sociales, edu-
cativos o laborales; o quedar afuera, a la intemperie. Lo que
está en juego hoy, cuando hablamos de inserción educativa o
laboral, es finalmente la inserción social” (Biollato; Boccardo;
Lesquiuta, 2010: 2).
La inserción educativa es la inserción social, de ahí la impor-
tancia de pensar acciones que impliquen trabajar en los dos
sentidos.
Cabe destacar que el origen de la escuela secundaria fue el de
ser la preparatoria para los estudios universitarios. Durante el
primer gobierno peronista (1945-1952), se creó el área técni-
ca con el fin de la formación para el mundo del trabajo. Hoy,
la meta, además de las dos mencionadas, son las de formar
ciudadanos activos, con pensamiento crítico y capacidad en
la toma de decisiones en un mundo de constantes cambios,
tal como lo afirmara la Presidenta Dra. Cristina Fernández de
Kirchner en la presentación del Plan Nacional de Educación
para el quinquenio 2012-2016, el 04/02/2013.
Por eso mismo, es necesario tener presente que el tránsito de
la escuela secundaria a la universidad es un proceso comple-
jo que implica, no sólo un cambio de etapa educativa –con
sus modos particulares de aprendizaje-, sino también diver-
sas transformaciones personales, psicológicas y sociales que
“requieren de una adaptación al nuevo sistema, tanto a nivel
académico como social, para lograr la integración en la cultura
universitaria” (Brito, 2012: 57).
Distintos autores sostienen que este proceso tiene una dura-
ción variable y comienza cuando el estudiante debe decidir su
recorrido formativo, en el último año de la secundaria, sabien-
do que éste condicionará su futura educación superior. Y ter-
mina tras la finalización del primer año universitario. Luego,
continúa el proceso de formación y de egreso, con otras com-
plejidades, dudas y certezas.
Coincidiendo con ello, arriesgamos la hipótesis que el proceso
comienza en realidad, en el cuarto año de la secundaria y se
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