Page 5 - El desafío de la gráfica. Luis Rivera
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mos hacer un periodismo que se pudiera leer igual que
una novela (Guzmán, 2013).
El periodismo moderno, por imperio del crecimiento que
han tenido los medios de comunicación y por su creciente
influencia, ha superado la dicotomía y hoy es impensado
pensar en un estilo único de escritura. Una mera descripción
informativa, como si se tratara de una mera acumulación
de datos fríos y objetivos, carecerá de atractivo y quedará
fuera del escenario que domina la cuestión mediática de
estos tiempos: posicionamiento ideológico, postura política,
creación de agenda, interpelación a los poderes fácticos y
formales, modificación de conductas sociales. Por el contrario,
un texto cargado de elementos decorativos y de excesivo
enfoque en la trama del mismo, perderá la efectividad del
factor noticioso y carecerá de un atractivo indispensable en el
público consumidor de noticias.
Es en la síntesis entre estas dos formas que podría encontrarse
un camino que le permita a la gráfica subsistir en tiempos de
pronósticos sombríos sobre su futuro. La prensa escrita, en
sus diversas variantes, significa lectura. Y la lectura conlleva
tiempo. Y si hay tiempo, es imprescindible que haya qué leer.
Por eso la gráfica periodística de estos tiempos debe convertirse,
indefectiblemente, en un escenario de producción de textos
que merezcan ser leídos. Con contenido informativo, pero con
desarrollo de ideas. Con la dosis indispensable de elementos
noticiosos, pero con el necesario aporte de la contextualización
y la opinión. Son tiempos de medios de comunicación que
juegan mucho más que una primicia, un dominio informativo
o un liderazgo económico. Y en ese contexto, los periodistas,
los informadores, no pueden prescindir del rol que les compete
y que no es otro que aceptar las reglas de juego y construir un
discurso que conjugue estos dos elementos.
Como dice Mar de Fontcuberta, “a pesar de todas las
presiones, que las hay, y de todas las rutinas, que existen,
la función fundamental del periodista sigue siendo la de
informar, interpretar y analizar lo que ocurre, no la de vender
información como si de zapatos se tratase” (1993:36).
De eso se trata, de seguir haciendo periodismo. Y en términos
gráficos, de escribir, de lanzarse al maravilloso oficio de
combinar palabras e ideas para construir lenguaje periodístico.
Pero en esta historia, el informador no está solo. Pertenece a

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