Page 3 - Número 6 | Revista Letras
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a la homogeneización de la cultura, y fue en ese contexto que
nació la idea de normalismo. En este sentido, Huergo explica
que “significó no sólo normalización de conductas y prácticas,
sino también normalización de saberes y de procesos de
enseñanza” (2015: 71).
En la Argentina podemos ligarla a las medidas socioeducativas
de los dos primeros gobiernos de Perón, en donde en primer
lugar se fomentaron estrategias de cambio que implicaron la
expansión de la matrícula, destacándose las altísimas tasas de
crecimiento de la población estudiantil durante este período
comparadas con períodos anteriores, sobre todo en la educación
media y superior. Y por otro lado, en el impulso de la educación
técnica, en relación a un proyecto político económico que
pretendía el crecimiento industrial del país.
En los siguientes años, las transformaciones más profundas en
el sistema educativo se impusieron en uno de los momentos
históricos más oscuros en nuestro país y en Latinoamérica
en general.Durante la dictadura cívico-militar del año 76 se
persiguió, torturó y asesinó a quienes defendían un proyecto
político-social-educativo distinto; la noche de los lápices, el
16 de septiembre de 1976, es un ejemplo, con el secuestro y
asesinato de estudiantes de secundaria.
Con la vuelta a la democracia distintos procesos empresariales
comenzaron a interferir en la esfera del estado/pueblo y la
cultura, dando lugar a una democracia neoliberal, consolidada
en los primeros años del 2000. Ésta se trasladó al ámbito
educativo, donde la formación adquirió un carácter empresarial:
se cosifica la educación, se cosifica al sujeto. Modelo neoliberal
impulsado o cultivado en el proyecto del desarrollismo y esa
fantástica idea de progreso indefinido basado en la meritocracia
que divide a los pueblos y personas entre superior/inferior,
desarrollado/subdesarrollado, bárbaro/civilizado, vago/
trabajador. Y entonces si el estudiante no logra aprender lo que
el examen le exige, el problema lo tiene el él; no el sistema.
Por eso, durante el neoliberalismo, se promovió la actuación del
sector privado en la educación, libre de trabas y controles, más
competitivo y de mayor calidad. De este modo, la educación
quedó enredada en una concepción netamente utilitaria.
En el discurso aparecieron palabras como calidad y eficiencia.
La agenda pedagógica incluyó el recorte de la inversión por esa
falta de calidad e ineficiencia. Se hipotecó el futuro, se vendió la
educación. Se responsabilizaba a los docentes por los problemas

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