Page 2 - Número 6 | Revista Letras
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tucional. Se trata de aprender los códigos, rituales, rutinas, de               La lectura y la escritura: un asunto de ingenieros
una nueva cultura, de un nuevo contexto, que en principio no
resulta familiar (Paoloni y Moreno, 2013; Vélez, 2005).
En este sentido, el estudiante que se enfrenta a esta nueva eta-
pa accede a una cultura del saber que contiene lógicas deter-
minadas (y determinantes) de acceso al conocimiento que son
inéditas para estos jóvenes. La universidad propone otros (y
novedosos) modos de leer y de escribir, de evaluar y de pen-
sar, que difieren y contrastan notoriamente con los propues-
tos por los diseños curriculares de la escuela media. De este
modo, los problemas que presenta la educación superior no
se deben necesariamente a que los estudiantes hayan tenido
una formación deficiente; los aprendizajes universitarios no
son una continuidad o prolongación de lo visto anteriormente,
sino que plantean una ruptura.
Dentro de estos postulados, nos enfrentamos con una comuni-
dad juvenil que ingresa a distintas carreras persiguiendo unos
intereses propios que han encauzado la decisión de cada uno
de ellos por acceder a determinada área de estudios. Así, aque-
llos que tienen facilidades manuales y creativas se deciden por
las bellas artes, los que son aficionados por leer y escribir, eli-
gen la rama de las humanísticas y los que se sienten cómodos
con las matemáticas en general entran en las ciencias exactas,
por dar un ejemplo.
Sin embargo, la lectura y la escritura no se reducen a técnicas
sino que son prácticas sociales continuas y en proceso que in-
teractúan entre sí. Esta visión implica pensar ambos concep-
tos como condición inherente a todo proceso formativo.

         Los ingresantes a la universidad tienen que hacer frente a distintas
         prácticas y actividades relacionadas con la lectura y la escritura de
         textos, necesarios y de gran valor para el desarrollo de su formación
         integral. Esas nuevas prácticas sociales y discursivas, para el joven
         ingresante, propias de la universidad, muchas veces, causan incerti-
         dumbres y hasta frustraciones (Viñas, 2011: 5).

En este marco, si pensamos en la especificidad de carreras en
las que la lecto-escritura no aparece como horizonte, pero sí
como medio, la situación se complejiza. Sobre todo para aque-
llos jóvenes que transitan disciplinas que se suponen contra-
puestas al ejercicio de la lectura y escritura, que han decidido
ingresar en carreras en donde la destreza en matemáticas es la

186 | Letras | ISSN 2524-938X
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