Page 5 - 5- La RAE y el rechazo al lenguaje inclusivo
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Volvamos y repasemos: tres varones privilegiados, muy cómo-
dos en sus casas, detrás de una pantalla, opinando que el len-
guaje inclusivo no es realmente necesario y que hay cosas más
importantes. Importantes ¿para quiénes? ¿Para ellos? Ade-
más, ¿podría ser causal de despido de una docente el hecho de
que incluya a las niñas en el discurso? Para Luciano, sí. Y para
muchos más también.
Pero por otro lado, en Twitter suele verse que quienes están
en contra de utilizar la “x” o la “e” basándose en la RAE, uti-
lizan en su vocabulario cotidiano la palabra “feminazi” para
hacer referencia al movimiento feminista, precisamente a las
feministas. Es un término inexistente y está muy, muy lejos
de asemejarse al nazismo. Sin embargo, para aquellos que
pretenden deslegitimar una lucha de hace siglos, parece muy
acertada. Como escribió Laura Bates en Everyday Sexism: “Es
más fácil comparar a las feministas con los nazis que analizar
tus propios privilegios, leer a De Beauvoir y escuchar lo que las
mujeres tienen para decir” (Bates, 2012).
De igual modo, si seguimos hablando de pequeñas contradic-
ciones que tiene la sociedad con el lenguaje inclusivo, pode-
mos hacer referencia a dos palabras que tienen acepciones
y aceptaciones diferentes. En español, la palabra “sirviente”
también puede ser “sirvienta”. Es más, la mujer está más aso-
ciada a las tareas de cuidado, atención y de servir; es decir, la
sociedad legitima y clausura a la mujer en ese espacio como
“lo aceptable”. En esta línea, un 76% del trabajo doméstico no
remunerado es realizado por mujeres según una encuesta rea-
lizada por el INDEC (Infobae, 2017), pero nadie parece alar-
marse. En contraposición, la palabra “presidenta” hace ruido,
molesta, incomoda. Una mujer en un lugar de poder desencaja
porque ese ámbito no le pertenece y ni hablar de nombrarse
como “la presidenta” y no “la presidente”. En el mundo, sólo
57 países han tenido en algún momento de su historia una
presidenta o primera ministra mujer (El País, 2017).

Mientras tanto, nosotras y nosotros seguimos

Si en estos últimos años empezamos a ver una concientización
de la desigualdad de género a nivel social, producto de años
de luchas iniciados por las primeras agrupaciones y organi-
zaciones feministas, la cuestión del lenguaje inclusivo puede

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