Teórico nº 1 – Los genes del atletismo

Elaine Thompson-Herah, Shelly-Ann Fraser-Pryce y Shericka Jackson en Tokio 2020

Iniciamos las clases con acento en las carreras de velocidad, a partir de un texto de David Epstein que analiza el fenómeno de este deporte en Jamaica.

Esta semana estamos dando inicio a las clases y lo hacemos entrando en la unidad de atletismo a partir de la lectura del texto de David Epstein (“La teoría del esclavo guerrero del velocista jamaicano”), que está disponible en ESTE LINK. Y para entrar de lleno en este tema, vamos a ver el siguiente video:

Hablar de atletismo es hablar de muchas cosas, entre ellas de un deporte que en últimos los Juegos Olímpicos tuvo 48 pruebas distintas que otorgaron medallas de oro. Y como poner el acento en todas ellas a la vez resulta imposible, en nuestra primera clase vamos a enfocarnos solamente en algunas, que son las carreras de velocidad.

¿Cuáles son estas pruebas? Básicamente, las que tienen lugar en la pista de atletismo y se realizan en menos de una vuelta a la pista: 100 metros, 200 metros y la posta 4×100. Agregando elementos, podremos incluir a los 100 y 110 metros con vallas. Y estirando un poco las distancias, podemos agregar los 400 metros y la posta 4×400. Esas carreras, justamente, son las que le han dado su fama internacional a Jamaica.

En Tokio 2020, el país del Caribe se hizo con 9 medallas (4 de oro), todas ellas en estas pruebas. Compitió por primera vez en los Juegos Olímpicos en Londres 1948 (incluso antes de conseguir su independencia plena en 1962), y desde entonces consiguió 87 medallas (26 doradas), 86 de las cuales provienen del atletismo (la restante del ciclismo). De ellas, 84 vienen de las carreras de pista y dos del salto en largo. Y dos de esas 84 medallas las consiguió en 800 metros. El resto, provienen de las pruebas nombradas en el párrafo anterior.

El mismo Epstein, periodista de la revista Sports Illustrated y con un pasado como corredor en sus años de estudiante, reconoce que comenzó a interesarse por el tema al competir contra jóvenes de Jamaica, que parecían tener lo que él llamó “el gen de la velocidad”. Sin embargo, su impacto en las grandes competencias es un fenómeno bastante reciente, tanto que 21 de sus 26 medallas de oro olímpicas las consiguieron desde 2004 a la fecha. Antes de eso, eran atletas de otros países quienes se llevaban el protagonismo.

El fragmento que acabamos es parte de “Carrozas de fuego“, la película ganadora del Oscar en 1981 que, para muchos especialistas, es la mejor que se ha filmado poniendo el foco en los Juegos Olímpicos. Lo que no tanta gente tiene sabe es que está basada en una historia real: la de Harold Abrahams, a quien se nombra en el video y quien fue el campeón olímpico de los 100 metros llanos en París 1924.

Hijo de un judío polaco, Abrahams debió superar el antisemitismo británico de su época y falleció en 1978, sin alcanzar a ver a cómo un compatriota volvía ganar el oro olímpico en la misma prueba. Coincidencia o no, dos años después de su muerte logró imitarlo Allan Wells en Moscú 1980, Juegos marcados por el boicot de EEUU y donde la pequeña delegación británica desfiló bajó la bandera olímpica, sin portar la del Reino Unido.

Wells, que se retiró en 1987, es para muchos el último gran velocista blanco de la historia. Desde hace décadas, este tipo de competencias son dominadas por atletas con raíces afroamericanas. Entre ellos está Marcell Jacobs, el campeón de los 100 metros en Tokio 2020 y que compitió para Italia pero que nació en EEUU, hijo de madre italiana y padre estadounidense.

Una de las primeras estrellas de piel negra en el atletismo fue Jesse Owens, que brilló los Juegos Olímpicos de Berlín 1936, pese a que (por su color de piel) no le permitían viajar con blancos ni alojarse en los mismos hoteles. Fue despreciado por Hitler en la Alemania nazi, y a su regreso a EEUU su vida estuvo marcada por la segregación y exclusión durante muchos años. Su historia la narra Luis Vinker en el libro “Jesse Owens y la conexión argentina”, que se puede leer en ESTE LINK, y es la de un atleta formidable, que en aquellos JJOO logró la medalla de oro en 100 metros, 200 metros, salto en largo y en la posta 4×100.

Esa hazaña tardó casi medio siglo en ser igualada y fue gracias a Carl Lewis, considerado como el mejor atleta del Siglo XX. Afroamericano como Owens, consiguió la medalla de oro en las mismas cuatro pruebas en Los Angeles 1984, pero en los años siguientes siguió acumulando medallas. En Seúl 1988 fue campeón olímpico en los 100 metros y el salto en largo; en Barcelona 1992, en la posta 4×100 y el salto en largo; y en Atlanta 1996, en el salto en largo. Además, fue medalla de plata en los 200 metros de Seúl.

En total, Lewis ganó nueve medallas olímpicas de oro, más una de plata, y otras ocho doradas en campeonatos mundiales. Los cuatro títulos consecutivos en la misma prueba -salto en largo- lo equipararon con el también estadounidense Al Oerter, campeón de disco en Melbourne 1956, Roma 1960, Tokio 1964 y México 1968.

Carl Lewis además sumó dos medallas de oro y una de bronce en Juegos Panamericanos, diferentes récords mundiales y 10 medallas (ocho de oro) en Mundiales de Atletismo, que comenzaron a disputarse en 1983, coincidiendo con su época de esplendor. Y fue gracias a su figura, entre otras, que las carreras de velocidad se trasformaron en una de las grandes atracciones de este deporte.

Si Lewis fue considerado como el mejor atleta del Siglo XX, la gran figura del Siglo XXI es Usain Bolt, retirado en 2019. Ambos son los dos únicos en haber repetido la medalla de oro olímpica en los 100 metros. Lewis lo consiguió en 1984 y 1988, mientras que Bolt lo hizo en Beijing 2008, Londres 2012 y Río de Janeiro 2016. No por casualidad su imagen es la que ilustra la tapa del libro de Epstein.

En la capital china, Bolt ganó con récord mundial los 100 metros (9,69), con récord mundial los 200 metros (19,30) y también con récord mundial los 4×100 (37,10), todo en apenas una semana. Al año siguiente, en los mundiales de Berlín, logró los mismos triunfos, con récords para el hectómetro y la media vuelta a la pista: 9,58 y 19,19.

En el Mundial de 2011 una partida falsa lo privó de repetir el triunfo en los 100 y “apenas” logró los títulos en los 200 y en el 4×100. En Londres 2012 fue campeón de los 100, los 200 y los 4×100, triunfos que repitió en los Mundiales de 2013 y 2015. Y volvió a ganar los tres oros en Río 2016.

Con un total de nueve títulos olímpicos en tres Juegos, Bolt igualaba al finlandés Paavo Nurmi y al propio Lewis. Sin embargo, poco tiempo después de Río, Nesta Caster, compañero en el 4×100 de 2008, dio positivo en aquella prueba, fue sancionado y debió resignar una de las nueve medallas.

Aun retirado, Bolt sigue siendo reconocido como el hombre más rápido del mundo: ostenta los récords mundiales de los 100 (9,58 segundos, el 16 de agosto de 2009 en Berlín), los 200 (19,19, el 20 de agosto de ese mismo año, también en Berlín) y los 4×100 (36,84, el 11 de agosto de 2012, en los Juegos de Londres). Y el suyo no es un caso aislado: en su país hay una enorme tradición de velocistas, que en los últimos años ha llevado a desarrollar informes periodísticos de todo tipo. Uno de ellos es el que mostramos a continuación.

El rendimiento de los atletas jamaiquinos (jamaicanos para los españoles y para algunas traducciones, como la del libro de Epstein) se transformó en un desafío para la ciencia y para una gran cantidad de especialistas.

Para el sentido común no resultada extraño que una potencia como Estados Unidos hubiera ganado 16 de las 25 medallas de oro en los 100 metros entre los Juegos Olímpicos 1896 y 2004. Pero que una pequeña isla del Caribe produjera a la gran mayoría de los hombres y las mujeres más rápidas del mundo fue un dato que encendió rápidamente las alarmas.

Sin ir más lejos, aquellos Juegos Olímpicos de Beijing 2008 que representaron la explosión de Jamaica fueron tan potentes que incluso generaron la realización de una película titulada “Por qué los jamaicanos corren tan rápido“, que está completa en YouTube en ESTE LINK. Indudablemente, el rendimiento de sus atletas en las pruebas de velocidad no podía tratarse de una casualidad.

Y si hasta aquí se habló casi con exclusividad de los varones, también entre las mujeres se repiten los mismos patrones. La prueba femenina de los 100 metros ingresó al programa olímpico en Amsterdam 1928, Jamaica comenzó a ganar medallas en Los Angeles 1984 (con el bronce de Marlene Ottey) y tuvo a la campeona olímpica en los últimos cuatro Juegos: Shelly-Ann Fraser-Pryce se consagró en Beijing 2008 y Londres 2012, mientras que Elaine Thompson-Herah lo hizo en Río 2016 y Tokio 2020.

En Tokio, además, Thompson-Herah consiguió el récord olímpico marcando 10,61 segundos. Y poco después, el 21 de agosto de 2021, bajó su tiempo en la Diamong League de Eugene (Oregon), en Estados Unidos. Corrió los 100 metros en 10,54, el segundo mejor registro de la historia y apenas cinco centésimas por encima del histórico récord mundial de la estadounidense Florence Griffith-Joyner (10,49), vigente desde 1988. Y las mujeres de Jamaica no tienen contra en las competencias de velocidad…

Este video de aquí arriba muestra el quinto título mundial que consiguió Shelly-Ann Fraser-Pryce en 2022, subiéndose al primer escalón de un podio que completaron sus compatriotas Thompson-Herah y Shericka Jackson. Las mismas tres (aunque en diferente orden) hicieron historia en los Juegos Olímpicos de Tokio al finalizar en los tres lugares del podio en la prueba de los 100 metros, que por primera ocasión en la historia quedaron para tres atletas de la misma nacionalidad.

Ellas tres, junto con Brianna Williams, consiguieron para Jamaica el oro en la posta 4×100, dejando en el segundo lugar a Estados Unidos. Y Thompson-Herah además se quedó con la medalla dorada de los 200 metros, lo que la consagró como la gran estrella del atletismo en Tokio 2020 y la auténtica heredera de Bolt en el dominio de la velocidad, igualando sus tres oros en un Juego Olímpico.

Si hubiera que resumir la historia del origen de los veloces corredores de Jamaica, David Epstein cuenta en su libro “que de Africa fueron sacadas personas fuertes; que las más fuertes de ellas sobrevivían al cruel viaje hasta Jamaica; que las más fuertes de estas fuertes nutrieron la sociedad maroon que se enclaustró en la región más remota de Jamaica, y que los velocistas olímpicos actuales proceden de aquel aislado reservorio genético de guerreros”.

Además de eso, “en comparación con los europeos, los jamaicanos tienen unas piernas más largas en relación a su estatura y unas caderas más estrechas”, agrega Epstein en otro capítulo del libro. Esas características son beneficiosas para correr y saltar, pero no son en absoluto privativas de atletas de Jamaica, ni tampoco de quienes tienen la piel negra.

Ocurre que no todo se agota en el componente genético o histórico. Otro de los elementos fundamentales tiene que ver con la política deportiva que se lleva adelante en cada país. Los éxitos de los atletas de Jamaica tienen que ver con muchos aspectos, pero uno central es la planificación deportiva que se lleva a cabo allí en relación al atletismo. Y el siguiente video, un fragmento de un programa de la televisión cubana, habla específicamente de eso.

El texto de Epstein es un capítulo de su libro “El gen deportivo”, que se propuso investigar si el rendimiento de un atleta de elite es producto de sus condiciones naturales o si tiene que ver con su contexto y con su forma de trabajo. En otras palabras, si un gran deportista nace o se hace. La pregunta, que en Argentina alguna vez generó grandes debates futboleros, tiene solo una respuesta posible: los dos aspectos son imprescindibles.

La herencia y la educación están entrelazadas en la práctica del deporte, y eso es una verdad de Perogrullo. Se necesitan condiciones naturales, pero también un medio y un espacio de trabajo permanente para desarrollarlas. Por esa conjunción entre ambos aspectos es que Jamaica es sensación en las carreras de velocidad y, como se menciona en este último video, países como Kenia o Etiopía dominan en las carreras de larga distancia. Pero de esto último vamos a hablar la semana próxima, a partir de la lectura de otro capítulo del mismo libro, que dejamos a continuación.

LECTURA PARA LA PRÓXIMA CLASE:

“¿Pueden ser corredores todos los kalenjin?”, de David Epstein. LEER EN ESTE LINK

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