Page 2 - 34- Practicas docentes: el conocimiento en la universidad
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con todo lo que eso implica: (re)pensar el rol docente, incluir a               Prácticas docentes:el conocimiento en la universidad
las minorías y garantizar el ingreso irrestricto, la permanencia
y el egreso de los estudiantes, construir conocimiento de
forma colectiva que abarque a todas y cada una de las
ciencias, modificar los discursos misóginos, machistas y
heteronormativos.
En efecto, la universidad pública fue, históricamente, un
reflejo de época. En los más de cuatrocientos años que tiene
en la Argentina, se erigió en un espacio en el que tuvieron
lugar las luchas de clase y del que emergieron las figuras más
emblemáticas y trascendentales desde principios del siglo XX
hasta hoy.
Uno de los debates más interesantes es el de pensar a la figura
del docente en ambos momentos históricos. En 1918, los
trabajadores de la educación eran hombres “iluminados” de
sabiduría y su visión y posición de los temas era absolutamente
indiscutible. En el 2017, están lejos, al menos así debería ser,
de cumplir ese rol. Los docentes son sujetos que conducen
y coordinan los contenidos de forma articulada con los y las
estudiantes. La construcción de conocimientos es colectiva y
no necesariamente lineal:

         Tradicionalmente la producción del conocimiento científico y
         humanista en la universidad fue una producción separada. Se ha
         dicho de muchas maneras: la calle, la realidad, el pueblo, las bases,
         la sociedad, producían un conocimiento vulgar, práctico, de sentido
         común, mientras la excelencia del conocimiento riguroso y científico
         era de hegemonía universitaria. La lógica racional que inspira ese
         pensamiento es que el concepto espera, paciente, a que la realidad le
         alcance (Martínez Bonafé, 2015, p. 101).

Lo mismo sucede con el papel que ocupa el estudiante.
Hay que dejar de pensarlo en su lugar pasivo que recibe los
conocimientos del docente, para concebirlo desde un lugar
activo, crítico y transformador de realidades.
Todo esto, trae aparejado un doble desafío que las
universidades, con el Estado como garante, deben asumir: por
un lado, atender la necesidad de una población que reclama
su formación académica como modo de inclusión social y, por
el otro, avanzar en un desarrollo científico y tecnológico en
consonancia con el nivel dinámico y cambiante que la ciencia
produce y ofrece en estos tiempos.

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