Page 3 - El carnaval: recorridos, matrices y significantes de las expresiones murgueras de la ciudad de La Plata1
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origen etimológico de la palabra carnaval refiere a carnem-
levare que significa ‘quitar la carne’ en referencia a la absten-
ción de la carne los cuarenta días cuaresmales, durante los
cuales no solo no debe consumirse carne sino que tampoco
puede ingerirse grasa animal. Sin embargo, también se le atri-
buye significancia a lo que en Roma se llamó “carrus navalis”
(Eco, Ivanov y Rector, 1984) -carnaval- en relación a una litera
ubicada en un carro donde era trasladado Dionisio a lo largo
de una procesión que atravesaba la ciudad.
Explica Mijaíl Bajtín (2003) que el carnaval era la forma festi-
va no-oficial de la sociedad medieval y representaba la cultura
folclórica con su idea optimista de la eterna renovación; en
ese tiempo se le otorgaba al pueblo salirse de los moldes ofi-
ciales a través de las máscaras, algunas obscenas por cierto,
pero que permitían mediante la influencia de la burla y la crí-
tica modificar el pensamiento de las personas de su condición
oficial y contemplar el mundo desde un punto de vista cómico
y carnavalesco.

Primeros congos o candombes

Si bien cada rincón del país rescató el carnaval conmemorando
a sus antepasados y resignificado el valor de la comunidad en
su conjunto, con el paso de los años el carnaval se convirtió en
esa fiesta popular que tanto el rico como el pobre esperaban.
El año 1771 marcó el quiebre en el Río de La Plata, se implan-
taron los bailes de carnaval y al poco tiempo el Virrey Vertíz
prohibió el toque de tambor y la danza de negros. En aquella
Buenos Aires colonial, de calles de barro, las azoteas de las ca-
sas se convertían en escenarios de verdaderas batallas acuáti-
cas, los juegos con agua, harina y huevos fueron los elementos
por los cuales las autoridades impusieron una serie de prohi-
biciones para controlar el desorden y la lujuria.
Por otra parte, la Iglesia siempre sancionaba estas fiestas, el
Fray José de Acosta amenazó desde el púlpito con excomulgar
a quienes concurriesen a ellas. Pasada la Revolución de 1810,
los diarios del momento anunciaban que sería injusto prohibir
el juego del carnaval más aún cuando los días del festejo están
destinados por el Gobierno a celebrar la victoria de Ayacucho,
la memorable jornada que había afianzado la independencia y
la libertad.

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