Page 4 - El carnaval: recorridos, matrices y significantes de las expresiones murgueras de la ciudad de La Plata1
P. 4
metamorfosis que sufrían los porteños al llegar el carnaval El carnaval: recorridos, matrices y significantes
era indeterminable, ya que desechando las buenas costumbres de las expresiones murgueras de la ciudad de La Plata
limitados durante el año, durante los días destinados a feste-
jar al Rey Momo participaban alegremente en todas las juer-
gas que se organizaban; por ello las autoridades consideraban
estos hechos como antimorales y peligrosos al mismo tiempo.
Tres o cuatro días duraba la preparación, en ese tiempo se be-
bía en abundancia, se preparaban las agresiones y se armaban
los más diversos instrumentos que se utilizaban en la celebra-
ción: carros adornados, vejigas llenas de aire, agua sucia y se
arrojaban porotos, garbanzos y huevos de gallina o avestruz.
La pulpería y el burdel fueron los referentes del bullicio que
trascendía desde los barrios más tranquilos hacia los más ale-
jados.
En el año 1836, las máscaras y las comparsas fueron permiti-
das siempre que gestionasen anticipadamente la autorización
policial. Se estipularon reglas para el juego del carnaval; los
negros se agrupaban en tambos donde celebraban sus ritos
con su danza proveniente de la cultura africana. De allí surgie-
ron los primeros congos o candombes, (vocablo que significa
perteneciente o propio de los negros); los esclavos, bailaban
hechizados al son de los tambores por largas horas, estampan-
do la impresión de dolor en sus agitantes gritos de libertad.
Los negros divididos en naciones concentraban sus activida-
des en distintas zonas, se agrupaban en sociedades mutua-
listas y tenían sus sitios o tambos donde celebraban sus ritos
con evocaciones africanas y ejercían sus danzas carnales y sus
candombes ensordecedores.
Durante ese tiempo, en pleno gobierno de Rosas, el carnaval
volvió a ser una fiesta, toda la población esperaba el inicio a las
doce del mediodía con el disparo de un cañonazo desde la For-
taleza. Juan B. Alberdi, bajo el seudónimo de `Figarillo´, pu-
blicó en un diario de la época: “gracias a Dios, que nos vienen
tres días de desahogo, de regocijo, de alegría. Trabas odiosas,
respetos incómodos, miramientos afectados que pesáis todo
el año sobre nuestras suaves almas, desde mañana quedáis a
vuestros pies, hasta el martes fatal que no debiera de amane-
cer jamás!” (Puccia, 1974).
La ciudad se impregnaba de un ruido escandaloso al son de los
tambores que tocaban los hombres, marchaban por las calles
imprimiendo al cuerpo movimientos de una lascivia solemne
y grotesca, mientras las negras lucían su desnudez. Todo con-
112 | Letras
   1   2   3   4   5   6   7   8   9