Page 7 - Hemingway, maestro. Julia Moretti
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pareja está del otro lado tratando de convencerla de que lo
haga, que la operación le hará bien a los dos, que de ahí en más
serían felices.
La imagen de las colinas que parecen elefantes blancos y que
sólo ella se percata de eso, ayudan a corroborar esta teoría:
parecen panzas de embarazos. Ella no puede dejar el tema de
lado y necesita hablarlo para tomar una decisión.
Hemingway nunca utiliza las palabras “aborto”, “embarazo”,
“interrupción” o la que fuera. El lector tiene que descubrir
esa otra parte que es fundamental para comprender la histo-
ria completa. Justamente es el tema principal de la charla y
discusión que tienen los protagonistas. Si uno/a se queda con
que hablan de sólo una operación que tiene que practicarse
ella, el relato de Hemingway pierde todo sentido; no importan
las colinas blancas y mucho menos el título. Comprender la
titulación y establecer una relación con el mismo es algo muy
importante.

Hemingway periodista y más ejemplos

Como ya se dijo, algunas de las reglas que incorporó Hemin-
gway del Star y que utilizó en sus crónicas y descripciones fue
la economía de adjetivos y verbos de acuerdo a qué se quería
contar y la elección de las palabras precisas y concisas para
describir a los personajes de sus textos.
En la crónica “Vendedores de alfombras en París”, Hemin-
gway presenta a uno de los personajes más característicos de
París vendiendo sus productos en un restaurante de la ciudad.
Describe al hombre y uno ya puede imaginárselo: “Tocado con
un sucio fez rojo, cargado con un fardo de alfombras sobre
el hombro, con un billetero de piel roja en la mano y la cara
morena muy brillante” (Hemingway, 1964). Demás estaría dar
otras características que no servirían de nada para que el lec-
tor vea a un vendedor de alfombras o que sólo recargarían la
descripción y confundirían.
Pero la enunciación de ciertos aspectos físicos no es lo úni-
co que dice Hemingway sobre estas personas. Con un diálogo
muy rico, da cuenta de actitudes o aspectos de sus personali-
dades. El vendedor de alfombras intenta venderle una de ti-
gre (en realidad es de cabra) a un Monsieur (así se dirige al
comprador) reiteradas veces, trata de convencerlo, le regatea
el precio, se victimiza, le discute. Todo esto Hemingway lo evi-

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