Page 5 - Arlt y Mansilla: la conversación escrita. Analía Pinto
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público que le exige cosas contradictorias. En numerosas aguafuer-
tes repite el procedimiento y en otras, incluso, responde directamen-
te a las consultas de los lectores (por ejemplo, en “Para ser periodis-
ta”). También puede aducirse un cierto componente de vanagloria
en la utilización de este recurso en ambos autores, más marcado en
el caso de Mansilla, por cuanto se sabe que las cartas reproducidas
en las causeries son verdaderas, mientras que en Arlt subsiste aún la
duda acerca de la veracidad de las cartas aludidas.
3) Humor: ambos autores hacen uso del humor para dirigirse a sus
lectores, aún con la distancia que implica escribir en el siglo XIX y
hacerlo ya en el XX. En la causerie “Juan Patiño”, por ejemplo, Man-
silla apela al humor para describir a un soldado de la frontera, cuyo
gusto por los elixires de Baco lo lleva a decir a Mansilla que “ha-
llaba aguardiente hasta debajo de la tierra” (Mansilla, 1889: 132).
Del mismo modo, Arlt apelará al humor, el sarcasmo y la comicidad
hilarante para describir a los distintos tipos porteños (por ejemplo,
“El hombre corcho”).
4) Buenos Aires como tópico de reflexión: Mansilla hizo de Buenos
Aires el objeto de varias de sus conversaciones escritas; otras ciuda-
des y sus recuerdos de viaje fueron también material propicio para
las causeries, del mismo modo que las aguafuertes de Arlt fueron
cambiando su pertenencia geográfica al compás de los viajes del
escritor4. En la causerie “Tipos de otro tiempo”, puede leerse lo si-
guiente:
Por ejemplo, yo que ya le he sacado la oreja a medio siglo, he visto
[en Buenos Aires] maravillas, por decirlo así: alzarse palacios, donde
no ha mucho había lagunas cenagosas; pues, han de saber ustedes,
que muchos años todavía después de la caída de Rozas, la calle de
Maipú entre Viamonte y Paraguay, era un foco de barro permanente,
en el que nunca faltaba su correspondiente caballo muerto, hincha-
do, amenazando reventar como una bomba, agusanado, exhalando
una fetidez miasmática, que sólo estos ‘Buenos Aires’ podían disipar.
Las veredas eran de ladrillo, donde las había, sumamente estrechas,
y medían una altura considerable” (Mansilla, 1889: 139).

Unos cincuenta años después, Roberto Arlt, en “La avenida
del Gato Muerto”, escribe lo siguiente:

4 Al respecto, dice Saítta en la “Introducción” a las Aguafuertes… vida cotidiana: “En la mañana del
12 de febrero de 1935, los fieles lectores de las aguafuertes porteñas se desayunan con una nueva
noticia: Roberto Arlt, el cronista porteño, inicia un viaje por ciudades de España y África desde
donde seguirá enviando notas a la redacción. A lo largo de su viaje, los títulos de las crónicas varían
de acuerdo a los lugares desde donde son enviadas: «Aguafuertes africanas», «Aguafuertes asturia-
nas», «Aguafuertes madrileñas»…”, p. XIII-XIV.

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