PRENSA

Por Daiana Bruzzone*

“Los países ricos lo son porque dedican dinero al desarrollo científico-tecnológico, y los países pobres lo siguen siendo porque no lo hacen. La ciencia no es cara, cara es la ignorancia” (Bernardo Houssay)

En el Día Mundial de la Ciencia para la Paz y el Desarrollo, consideramos que es necesario reflexionar acerca del estado en el que se encuentra nuestro sistema científico. En ese sentido, no queremos dejar de denunciar el terrible ajuste que ejerce el gobierno nacional y provincial sobre el sector en nuestro país. Entendemos que para construir un país con desarrollo e industria, necesitamos políticas públicas que fomenten a la ciencia y no que atenten contra su existencia.

Durante los últimos años observamos cómo el presupuesto destinado al área decrece, al mismo tiempo que aumentan los recursos para pagar deuda externa. En su campaña electoral, Mauricio Macri afirmó que llevaría el presupuesto al 1,5 por ciento del PBI; sin embargo, el presupuesto presentado por el oficialismo para el año 2019 designa sólo el 0,25 por ciento del PBI para ciencia y técnica. Además, el reciente pase de Ministerio a Secretaría que decretó el actual gobierno significa un enorme retroceso para el sector, que se materializa en el recorte a becas, ingresos a carreras y subsidios a la investigación.

Esta política de ajuste impacta tanto en las condiciones laborales de trabajadores y trabajadoras del sector, como también sobre las producciones científicas y las posibilidades de construir un proyecto tecnológico científico a largo plazo, y pensarnos a su vez como un país soberano.

A su vez, las desigualdades que genera el patriarcado también se reflejan en el sector científico, ya que por ejemplo, la discriminación está presente en los niveles superiores de la Carrera del Investigador Científico del Conicet donde las mujeres ocupan sólo el 25% de los cargos. Asimismo, son las mujeres las que además de su labor como investigadoras, se ocupan del 85% de las tareas de cuidado y asistencia de sus hogares. Estas dificultades para acceder a cargos jerárquicos son invisibilizadas, produciéndose lo que se denomina “techo de cristal”, el cual posiciona a las mujeres en nivel de inferioridad respecto a los varones.

En nuestro país no sobran científicxs, sino que falta inversión y políticas públicas que pongan a la ciencia en el centro de la escena para la construcción de un país más soberano, más justo y más igualitario.

*Secretaria de Investigaciones Científicas de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la UNLP.

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