PRENSA

Por Flavia Delmas*

Lo que La Nación denomina como “niñas madres con mayúscula”, para nosotras se trata de una violación a los derechos humanos, del forzamiento a la maternidad, algo que en nuestro país acontece cada 3 horas con niñas de menos de 14 años(1). Estamos ante un grave problema político y social que viene siendo denunciado por organizaciones de la sociedad civil en la CEDAW (Convención sobre la eliminación de toda forma de violencia contra las Mujeres) y en la Comisión interamericana de Derechos Humanos.

Es urgente dar el debate político por los derechos para ser reconocidas como ciudadanas. El camino que hace ya muchos años recorremos desde la potencia del feminismo, no se agota en una votación fallida, con un senado cuyos argumentos en contra del aborto han sido como mínimo poco científicos, misóginos en varios casos, invisibilizadores de las mujeres y varones trans, fundamentalistas y condenatorios desde lo que pareciera ser un púlpito antes que una bancada.

Los argumentos de La Nación, basados en casos apócrifos destinados a catapultar la infancia de las niñas, a sabiendas que en la infancia el derecho es al juego, a la educación y no a la violación como respalda el centenario diario desde su editorial, la preocupación debería ser por niñeces felices y violadores encarcelados.

También La Nación olvida el Código Penal que desde 1921 legaliza el aborto en determinadas circunstancias. O acaso es el objetivo de este medio amparar la tortura y el dominio servil de los cuerpos, reproduciendo la violencia sistemática que ahoga de luto a nuestra sociedad con tanto feminicidio impune. Vale recordar, que este enero de 2019 han sido 29 las vidas de mujeres arrancadas en manos de feminicidas, y que la respuesta del gobierno nacional es la reducción del presupuesto a 11 pesos por mujer en Argentina, tan poco parece que valemos.

Ninguna mujer nace para madre, escribe sabiamente la abogada Soledad Deza, y no existe el tal instinto materno que nos obligue a parir por tener ovarios. No somos animales como han dicho encumbradas diputadas de la orden de la cruz, por si aún no lo han advertido somos personas, seres humanas.

Cómo pretenden acallar nuestros pañuelos si es el peso revulsivo del orden conservador el que nos quiere dóciles y complacientes, el que como fiera cínica y perversa, busca adueñarse de nuestros presentes y de nuestro futuro, acostumbrados a ser los dueños de todo y de todes.

Esa imagen de una pequeña sosteniendo su vientre y con la mano erguida diciendo “paren, frenen, deténganse” que se estampa en la nota, le habla al poder patriarcal que sostiene el argumento tan retrógrado como inhumano, que iguala a las mujeres con la naturaleza.

Por si no se enteraron, los ovarios son nuestros, están en nuestros cuerpos, no son ni de La Nación, ni de las huestes de Cristo Rey, ni de los violentos seguidores del evangelio.

Hoy más que nunca es preciso superar el Estado neoliberal que desconoce las políticas públicas que reafirman nuestros derechos, porque no vamos a erradicar la violencia mientras se agiten sus preceptos desde el poder de los medios hegemónicos.

No nos harán retroceder. Por educación sexual para decidir, por anticonceptivos para no abortar, por aborto legal para no morir y por el acceso a las leyes que supimos conseguir.

(1) Carbajal, Mariana, Página/12, 25 de octubre de 2017 disponible en: https://www.pagina12.com.ar/71418-el-crimen-de-la-maternidad-forzada

*Secretaria de Género de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de La Plata.

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