PRENSA

* Por Pablo Despos

Todos los 6 de abril se conmemora el Día Internacional del Deporte Para el Desarrollo y la Paz establecido por las Naciones Unidas. Esta fecha no debería pasar inadvertida dentro del calendario argentino debido a múltiples razones que son beneficiosas para la Nación y el pueblo.

“El deporte como lenguaje universal puede servir para promover la paz, la tolerancia y la comprensión más allá de fronteras, culturas y religiones”, sostiene la ONU en su portal. Sin embargo, ha sido usado a lo largo de la historia por muchas dictaduras para lavar su imagen y posicionarse políticamente. La Alemania nazi, la Italia fascista y el Proceso de Reorganización Nacional argentino son ejemplo de ello.

Es decir que siempre hay que ocuparse en revalorizar los valores del deporte: trabajo en equipo, equidad, disciplina, respeto por el oponente y a las reglas del juego dentro del terreno. Pero fuera de él, comprometerse, asociarse y cuidar a los deportistas y clubes para no volver vivir y lamentar momentos nefastos en los que fueron utilizados.

La paz, la tolerancia, el respeto y la salud son valores que la ONU resalta en el deporte. Hubo momentos en que la política y el deporte se dieron la mano para el progreso de la sociedad. Por ejemplo, en el campo internacional, la Sudáfrica de Nelson Mandela aprovechó la popularidad del rugby para comenzar a cerrar la herida que dividió a su país durante 45 años gracias al Apartheid. Por otro lado, en Argentina en 1948, el ministro de Salud, Ramón Carrillo, y la Fundación Eva Perón promocionan los “Juegos Evita”. En esa competencia, muchos chicos y jóvenes pobres tuvieron por primera vez su chequeo médico.

Los orígenes del deporte nacional son británicos porque esa colectividad fundaba clubes, junto a colegios e iglesias protestantes, y competía entre sí en football, rugby y cricket. No obstante, rápidamente los criollos resignificaron el valor de la competencia deportiva y sembraron de clubes todo el territorio nacional que, con el correr de los años, adquirieron una función social en cada barrio y pueblo de la Nación. Hoy, a poco más de un siglo, el deporte argentino tiene un sello que lo distingue en el mundo y una semilla de cada deportista está en esos clubes barriales que hay que proteger todo el tiempo.

Vehículo de la paz, promotor de la salud y la organización social; parte fundamental de la cultura humana y la sana competencia; canal de diálogo y herramienta de transformación social. El Deporte promueve valores que unen y posibilitan pensar y soñar con un mundo mejor.

*Profesor de la Tecnicatura Superior en Periodismo Deportivo de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la UNLP

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