Hoy se conmemora el Día Mundial de la Ciencia para la Paz y el Desarrollo a partir de una proclama de la Conferencia General de la Unesco.

PRENSA

Hoy se conmemora el Día Mundial de la Ciencia para la Paz y el Desarrollo a partir de una proclama de la Conferencia General de la Unesco.

Este día nos invita a reflexionar sobre el rol de la ciencia en nuestro país. Durante los últimos años, la ciencia ha sido desfinanciada por un Estado achicado y neoliberal, donde lo que se privilegió es el avance del mercado por sobre los intereses comunes. El Ministerio de Ciencia y Técnica de Nación pasó a ser una Secretaría, se han recortado grandes cifras del PBI destinadas a ciencia hasta reducirla al 0,25%; se redujeron notablemente los ingresos a carreras y los otorgamientos a becas de investigación, se ha recortado el presupuesto de educación y las universidades nacionales se han visto muy afectadas.

En este marco, y tras haberse desarrollado las elecciones presidenciales, se presenta un nuevo horizonte posible. Alberto Fernández, el presidente electo próximo a asumir, se ha manifestado en reiteradas ocasiones en favor de apostar al desarrollo de una ciencia soberana, que atienda a las necesidades de nuestro país. Dejar de pensar a la ciencia como un gasto para pasar a pensarla como una inversión es el objetivo de los próximos años.

Entonces se nos abren nuevas posibilidades que nos permiten pensar y preguntarnos qué ciencia queremos hacer y para qué. A su vez, dentro del ámbito científico y educativo, también debemos plantearnos las desigualdades de género y la necesidad de que haya mayor paridad y más espacios para las mujeres y las disidencias.

El lugar de las mujeres en la ciencia es una discusión que aún no se encuentra saldada. El techo de cristal todavía tiene vigencia en el ámbito científico: menos del 30% de lxs cientificxs del mundo son mujeres. En Argentina, según las cifras presentadas por el ex Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, el 77% de los cargos jerárquicos son ocupados por varones y sólo el 22% por mujeres. Si bien las bases de los organismos de ciencia y tecnología están conformados por mujeres, son pocas las que logran acceder a puestos de mayor jerarquía. Y aún existe una deuda con las personas con identidades disidentes, ya que muchas de ellas no logran acceder a estos espacios o se encuentran invisibilizadas.

En este sentido, las mujeres trabajadoras de la ciencia enfrentan distintos obstáculos en el transcurso de sus carreras científicas, muchos de ellos ligados a los roles de género establecidos. Generalmente, son ellas quienes se encargan de las tareas domésticas, de cuidado y de reproducción, repercutiendo en su disponibilidad para producir papers, realizar trabajos de campo y asistir a congresos y eventos científicos. Estas cuestiones les genera dificultades para ingresar, permanecer y promover en la carrera de investigación, tanto en agencias de financiación y las universidades.

En este contexto, en el que parece haber un nuevo horizonte para la ciencia, es necesario contemplar un mayor presupuesto en ciencia y tecnología para tener más soberanía, y para garantizar más lugares para las mujeres y las identidades disidentes.

Por la Secretaría de Investigaciones Científicas de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la UNLP.

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