PRENSA

Por el Dr. Flavio Rapisardi *

El 16 de abril de 1984 un grupo de maricas militantes en Capital Federal decidieron confederar sus grupos frente a las razzias que se realizaban durante el gobierno de Raúl Alfonsín, principalmente en 1985 cuando Antonio Tróccoli, conspicuo representante de la derecha radical que se enfrentó en internas al ex presidente bajo el lema Línea Nacional, y que perdió frente a la propuesta del Movimiento de Renovación y Cambio.

La socialdemocracia alfonsinista, como tantas otras, fueron (y son) un viento diferente al conservadurismo de Tróccoli y De La Rúa. En este caso, pero que cuando el neoliberalismo aprieta comienzan a girar a la derecha, como toda socialdemocracia o su versión aún mas edulcorada de la “tercera vía” del laborista Tony Blair y el sociólogo Anthony Giddens.

En esa experiencia convergieron grupos como el GAG (Grupo de Acción Gay) y el Grupo San Telmo, Wilde, Pluralista, Venezuela, Contacto, Dignidad, Nosotros, Camino Libre y “Liberación”, formados por homosexuales porteños (términos como gay, lesbiana, trans, no eran parte del argot dominante de esa militancia) que comenzaron a organizarse cuando el genocidio reorganizador de 1976 (y sus prolegómenos del peronismo sin Perón) comenzó a hacer agua con la crisis económica y la derrota en Malvinas, donde el imperialismo gringo comenzó a dudar de sus agentes en el poder a quienes le soltaba las manos en todo el continente.

Lejos de las experiencias del Frente de Liberación Homosexual y más parecido al grupo Nuestro Mundo formado por sindicalistas del Partido Comunista en 1968, aunque hay documentos de reuniones en 1967 en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA en la calle Viamonte donde aún trabaja Ernesto Laclau y su equipo en la “lectura nacional” del marxismo, la CHA surgió contra las continuas razzias policiales. Es así que poco después de su formación, se publica el 28 de mayo en el diario Clarín la solicitada “Con discriminación y represión no hay democracia”.

Son épocas de organización, debates que pasaban de la mera reflexión a la lucha pública en una época donde el VIH y Sida volvía a estigmatizar al colectivo y “la cana” seguía pegando como si la democracia no les implicara revisar sus prácticas cotidianas. Fue un época difícil, con escasos aliados/as/es: muy pocos organismos de derechos humanos querían incluir a la CHA entre sus filas a pesar que el lema que aglutinaba a la nueva federación de organizaciones era “El libre ejercicio de la sexualidad es un derecho humano”, lejos de las consignas identitarias que en dosis adecuadas son emancipatorias, pero exacerbadas siempre terminan en un “narcisismo de la disidencia”, en peleas funcionales a los financiamientos más varios, cargos nacionales o multilaterales y lejos de las luchas populares.

Poco después, en 1985, la CHA volvería a emitir un documento: “Política en sexualidad en un Estado de Derecho”. Influenciados/as/es por la perspectiva de Néstor Perlongher la lucha no era por conseguir corralitos con etiquetas, sino liberar la sexualidad de formas de opresión compartidas por otros grupos. Por eso en aquella época fueron aliados grupos de estudios, sexólogos/as/es, militantes gremiales, de inquilinos/as/es.

Sería injusto no dar cuenta que luego de fundada la CHA, con presencia de “mujeres homosexuales” o “mujeres gays”, se organizaban colectivos de lesbianas con el formato de grupos de reflexión y documentos, muchos de los cuales comenzaron a dialogar críticamente con los discursos dominantes sobre diferencias y sexualidades.

Si bien este devenir pertenece a este mismo cantar, lo que hoy celebramos es a esos valientes maricas (cis) que se le pararon de manos a “la yuta” que nunca dudaba en caernos en el mejor momento del baile o del chape para hacernos el pianito de la huella digital, subirnos a bondis decomisados, llevarnos a calabozos por 24 horas por edictos policiales o Ley de Averiguación de Antecedentes (aún vigente aunque “morigerada”) y en muchos casos llamar a nuestras casas o laburos avisando “en lo que andábamos”.

El 16 de abril de 1984 fue un grito que hoy resuena y resonará, y que debemos contar a quienes nos sigan como en aquella época en que un grupo de maricones (cis) dijo “putos si, de mierda no”.

*Profesor y director de la Maestría en Comunicación y DD.HH. de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la UNLP, docente e investigador de la Unlp/Untref/UBA y multiplicador de Empresas B.

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