PRENSA

Por Dardo Esterovich*

En los últimos tiempos cada vez que me es solicitada una nota sobre el atentado a la AMIA cuando se acerca la fecha de un nuevo aniversario, mi primera reacción es excusarme. ¿Qué podría escribir que ya no lo haya hecho o que ya no lo hayan hecho otros, y mejor que yo, sobre ese tema?

Entonces me viene la imagen de los que no cesaron en llevar hasta hoy a cada asesino nazi ante la Justicia; a las Madres y Abuelas de de Plaza de Mayo acusando a los asesinos de sus hijo y  recuperando a sus nietos a los que les quitaron la identidad; y a los familiares de  las víctimas del atentado que lucharon contra poderes muy superiores que les negaban su derecho a la verdad pero que no dejaron jamás de reclamar justicia. ¿Habrán sentido en algún momento el desaliento? No lo sé. Lo que sí sé es que en los momentos de la batalla estaban presentes.

Simultáneamente me surge una reflexión: ¿Se conoce en la sociedad, en especial en las nuevas generaciones, toda la trayectoria que ha recorrido el encubrimiento, la falsificación de pruebas, el cipayismo al servicio de las necesidades geopolíticas de EE.UU. e Israel, las complicidades que estuvieron -y aún lo están- implicadas en una de las denegaciones de Justicia  que más avergüenzan a nuestro país? La respuesta es no. Porque el esfuerzo por ocultar y desviar la investigación persisten hasta hoy.

Como prueba de esto es suficiente mencionar el silencio en la prensa hegemónica de las audiencias que tuvieron lugar durante tres años y medio en el juicio por encubrimiento, conocido como AMIA 2, que puso en el banquillo de los acusados al ex presidente de la Nación Carlos Menem, el ex juez de la causa AMIA Juan José Galeano, los ex fiscales de la causa AMIA Eamon Mullen y José Barbaccia, el ex presidente de la  DAIA Rubén Beraja, Carlos Telleldín, Hugo Anzorreguy, ex jefe del SIDE, y a Jorge “Fino” Palacios, ex comisario de la Policía Federal y ex jefe de Policía de CABA.

Durante el mismo tuvo lugar la grosera intervención del ex ministro de Justica Germán Garavano para no inculpar a los dos fiscales, lo que provocó la denuncia del ex secretario de Estado para el seguimiento de la cusa AMIA, Mario Cimadevilla, por encubrimiento contra el ex Ministro. El 28 de febrero de 2019, El Tribunal Oral, seguramente influencia por el clima de presiones a los jueces y en particular por el interés manifiesto del gobierno en  el resultado del juicio,  dictó una sentencia amarreta con penas muy bajas para los condenados y la absolución de Menem, Beraja y Palacios. El fallo fue apelado por los familiares y otros querellantes y duerme el sueño de los justos.

Desde que el TOF 3 en setiembre de 2004 desbarató la intención de hacer aparecer la responsabilidad de varios policías bonaerenses mediante el falso testimonio de Telleldín comprado por 400.000 pesos-dólares, rápidamente los poderes detrás del encubrimiento comenzaron a trabajar para reparar los daños. El juez Claudio Bonadío cajoneó durante cinco años la causa que se abrió por el encubrimiento a los responsables señalados por el Tribunal en su fallo. Es que figuraba entre los acusados su amigo Carlos Corach a quien debía su nombramiento de juez durante el gobierno de Menen. Por esta maniobra fue separado de la causa.

Para dar continuidad a la causa principal por el atentado el presidente Néstor Kirchner creo en 2004 el Unidad Fiscal de Investigación de la causa AMIA (UFI.AMIA) y puso al frente de la misma al fiscal Alberto Nisman que había reemplazado a los  fiscales Mullen y Barbaccia en el juicio cuando fueron separados de sus cargos. Le asignó al jefe de contra espionaje de la Side (Secretaría de Inteligencia del Estado), el agente especial Jaime Stiusso que en ese momento era considerado quien más “conocía” de la causa del atentado. Desde que Nisman asumió comenzó la tarea de su cooptación por parte de los servicios estadounidenses e israelí, la Embajada de EE.UU. y la derecha de la colectividad judía que manejaba la DAIA y la AMIA. En esta tarea Stiuso jugó un rol fundamental porque era el que la facilitaba los vínculos con los servicios y la Embajada y se había ganado la confianza y dependencia del fiscal.

El objetivo era impedir que Nisman se apartara de la pista iraní ya que eso respondía a los intereses geopolíticos de los países enfrentados con el país persa, independientemente de que pudiera estar involucrado o no ya que no se tenían pruebas judiciables. Entonces comenzaron a resurgir una práctica que se había utilizado hasta que se cayó la “Causa Brigadas” como se conoce la pulverizada por el TOF 3. Días antes de cada aniversario, alimentado por Stiuso, Nisman anunciaba un descubrimiento “sensacional” o “nuevas pruebas” que conducía indefectiblemente a la culpabilidad de Irán y Hezbollah. Todas estas cortinas de humo duraban poco tiempo como el mismo humo.

Este año, sin Nisman y sin Stiuso. Sin Bonadío en la causa promovida por Nisman contra Cristina Kirchner y otros. Con la DAIA y la AMIA repitiendo la misma letanía del reclamo hueco de justicia y el consabido lagrimeo por las víctimas y sus familias, le tocó el turno a la Cámara Federal Penal integrada por Mariano Llorens y Martín Irúrzun. Como no pueden lanzar ningún anuncio espectacular optaron por una actitud rimbombante de falsa firmeza que, además de  prorrogar la instrucción por seis más, le ordena que “debe definirse la situación procesal de los imputados para que conduzca a la realización de un debate oral y público”. Ellos saben que es imposible en la situación actual ya que le legislación argentina no permite iniciar un juicio sin declaración indagatoria previa ni el juicio en ausencia. Un nuevo show como cada vez que se acerca el aniversario, y un nuevo agravio a las víctimas y sus familiares que se une a la bronca y el dolor por la impunidad que ha caracterizado a toda la causa.

Y como y yo también tengo bronca, por eso escribo.

*Secretario General del Llamamiento Argentino Judío.

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