PRENSA

Por Ana Negrete*

Con el corazón latiendo fuerte, los octubres son de mucho sentimiento a flor de piel para quienes formamos parte del movimiento popular que considera que la política es la única herramienta para transformar la vida de los pueblos. Octubre de este 2020 América Latina hace sonar su corazón latente y muchos/as/es vibramos a ese ritmo.

Hoy, 28 de octubre, se cumple el aniversario de la elección donde Cristina Fernández de Kirchner fue electa como la primera presidenta elegida por voto popular de nuestro país. También en este mes se cumplió el aniversario donde fue reelecta con el 54% de los votos.

Ser mujer y contemporánea a estos hechos históricos es un privilegio que nos da la historia y que sin dudas nos abre una gran puerta para nuestras generaciones y a las que vendrán. En estos días, se escucha en la conmemoración a Néstor, y no sin buena voluntad y sentimiento, que lo último que hizo fue darle esa victoria a Cristina y de nuevo nos titila la luz de atención al tutelaje de la mujer en la política.

Cristina, la denostada por enemigos/as/es la mayor parte de las veces por cuestiones superficiales y excusas banales que siempre se asocian a modos y estilos y nunca a la profundidad de la construcción política- ideológica; cada vez tiene que revalidar títulos y atributos ante ataques malintencionados y sistemáticos. Que si se calla, que si habla, que si está, que si no está, que el luto, qué el no luto, qué manipulador, qué títere y así nuestros oídos llenos de discursos que no sólo hablan de ella y no le hablan solo a ella, sino a todas nosotras; que intentan aleccionarnos y determinar nuestras formas y modos y también nuestros horizontes.

Enunciaciones que crujen en la historia de nuestro movimiento y que tienen a Evita como protagonista entre otras muchas mujeres que incluso se han anulado y silenciado en el discurso público como si no hubieran existido.

Ser elegida la como la responsable de definir los destinos de la patria por dos veces y la segunda vez por más de la mitad del electorado nos ha abierto a las mujeres un horizonte de posibilidades y ha puesto de relieve cómo se puede ejercer el poder desde otra matriz que no es la patriarcal ( y que eso en infinidad de casos no es una cuestión de proclama sino de ejercicio);  también estos años del cruel gobierno neoliberal nos han mostrado que ser mujer no implica determinados atributos democráticos y populares, ni menos gobernar para las mayorías.

En este sentido, es importante decir que es necesario darle densidad a esa reflexión y pensar que la concepción política sobre la que construímos puede ser diversa, feminista, inclusiva pero que eso es una construcción, no es natural, ni dado.

Evita y Cristina nos abren puertas pero tenemos la mayoría de las mujeres la posibilidad de habilitarnos transitar un camino sinuoso, no sin costos y no sin desafíos; uno que tenemos las que hemos podido transitar la universidad es ser compañeras que escuchan , aprenden y se funden con otras compañeras que tienen trayectos diferentes y que sin juzgar y no sin discutir podemos profundizar ese camino.

En este octubre, vibrante, sabemos que la disputa de poder en América Latina está abierta y en movimiento. Que nosotras somos protagonistas y que por la tradición de nuestras madres y abuelas, de nuestras Juana, Evita y Cristina pero también por las cientos y miles que todos los días ponen el cuerpo en sus barrios para cuidar de propios/as/es y ajenos/as/es podemos hacer de este mundo un lugar mejor, más solidario, más igualitario y más amoroso. Eso es parte de nuestro sentido de vida y no hay otro modo de hacerlo que no sea tejiendo con otras (parecidas y diferentes), disputando poder y cada vez que podamos abriendo una puerta, una ventana o una hendija para que otra pueda ser parte de esta lucha colectiva y revolucionaria.

*Profesora de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la UNLP

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