PRENSA

Por Pablo Torello y Dante Martín*

De la clandestinidad al resguardo del Estado, la historia del Grupo de Cine Peronista de La Plata y la importancia de generar políticas de Estado para preservar los bienes culturales del pueblo argentino.

En 2005 la Conferencia General de la Unesco, aprobó la Resolución 33 C/53 por la que se proclamó el 27 de octubre de cada año Día Mundial del Patrimonio Audiovisual en sus postulados, aquel documento fundacional propone que “El patrimonio audiovisual, emblemático del siglo XX, se puede perder definitivamente a consecuencia del abandono, el deterioro natural y la obsolescencia tecnológica. El público ha de ser consciente de la importancia de salvaguardar estas grabaciones”.

En Argentina a pesar de las turbulencias políticas y económicas de las últimas cuatro décadas y los intereses de la industria cinematográfica que concentra el interés solamente en los “estrenos”, el Estado pudo avanzar en la creación de espacios dedicados a la conservación de nuestro patrimonio fílmico y audiovisual. Esto se realizó en gran medida gracias a la tenacidad e impulso de sectores que promovieron la conservación audiovisual y, aunque aún falta un gran camino por recorrer, se logró garantizar parte del patrimonio cultural contemporáneo para las futuras generaciones.

Las pautas de funcionamiento del mercado de la industria audiovisual parecen responder claramente a lo que expresa en tal sentido la conservacionista Paula Félix Didier “Esa palabra, «estreno», es la única que desvela a gran parte de la comunidad cinematográfica,  la que eleva un grito en el cielo cuando existe un mínimo atisbo de perder un peso para producir películas, pero que se mantiene inmóvil cuando se menciona el término cinemateca”.

En nuestra ciudad el Grupo de Cine Peronista representa un caso paradigmático. Conformado por un conjunto de militantes universitarios peronistas de la carrera de Cine de la UNLP; este colectivo concibió al cine como una herramienta de liberación y se propuso filmar la historia política “de su tiempo” en primera persona. 

Así lo hizo, en el contexto del “luche y vuelve” entre los años 1970 y 1974, para “recuperar en sus relatos audiovisuales a ese héroe anónimo que era el trabajador, el hombre común, el proscripto. Eso produjo una dialéctica entre realizador y realidad que nos impulsó a asumir mayores compromisos integrándonos a las formas más claras de la militancia de aquel momento” recuerda el cineasta Nemesio Juárez, uno de sus integrantes.

No obstante, tras la muerte de Perón y la inminencia de un nuevo golpe militar, el registro histórico significó también un riesgo enorme, pues miles de militantes de la Juventud Peronista de La Plata  estaban registrados en ese material. Esto planteó una dicotomía sustancial: o se destruía el material o se lo escondía para que no cayera en manos de los servicios de inteligencia de la dictadura militar. Se optó por lo segundo.

Recién en 2010, una política de Estado permitió rescatar este material de la clandestinidad y el olvido y salvaguardarlos en el Archivo Nacional de la Memoria.  Así, esta cohesión de voluntades y Estado permitirá a las nuevas generaciones reencontrarse con la memoria viva, en más de 25 horas de material fílmico en 16mm. y en 35 mm., donde quedaron plasmados los testimonios directos de sus protagonistas y la historia de una generación de luchadores.

La película documental sobre y con el Grupo de Cine Peronista

El Centro de Producción Audiovisual de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la UNLP, avanza en la realización de un documental sobre la historia de este mítico grupo de realizadores. La película recupera la labor del grupo, que filmó todos los hechos políticos relevantes entre 1970 y 1974. El material, filmado en 16 milímetros, quedó escondido a través de los oscuros años de la dictadura militar y gran parte fue recuperado durante los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández.

El documental dirigido por Pablo Torello, propone narrar la historia de clandestinidad de esas latas de cine, pero también revisitar  junto a sus autores, aquellos archivos fílmicos para interpretarlos, recuperarlos y ponerlos en valor. (https://youtu.be/LOYwrTJ1sOc)

Archivo y memoria

La importancia del archivo radica en exponer las redes que se tejen en su conformación originaria, las tensiones que decidieron contar una historia de una forma, desde una mirada y no de otra, las resistencias o renuncias que ello implicó en un contexto determinado y las consecuencias de esos actos. Rescatar esas historias permite analizar las huellas de su presencia, los vacíos y los sentidos de sus existencias para observar ese resto sonoro de las vidas que aún vibran en los fragmentos del archivo.

En un acto de heroísmo intelectual inconmensurable Rodolfo Walsh escribió en 1976 una carta para su hija María Victoria, donde, al lamentar no poder despedirse, sentenciaba que “nosotros los militantes, morimos perseguidos, en la oscuridad. El verdadero cementerio es la memoria. Ahí te guardo, te acuno, te celebro y quizás te envidio, querida mía”.

Walsh entendió en carne propia que el territorio de la muerte en los tiempos de clandestinidad y horror institucionalizado, era la memoria. Varias décadas más tarde esa memoria vuelve empuñada por la generación de les hijes, como un arma cultural de reconstrucción comunitaria para dialogar de frente con las nuevas generaciones.

*Licenciado y profesor titular de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la UNLP (Pablo Torello) y profesor adscripto (Dante Martín).

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