PRENSA

Por Ulises Cremonte*

Hacía una semana que el diario La Opinión no salía; una comisión interna había reclamado por aumentos de sueldo y por un despido. Se prohibieron las asambleas en horario laboral. Los empleados quitaron sus firmas y decidieron trabajar a reglamento, lo que desencadenó nuevos y masivos despidos. Entonces un grupo de periodistas se concentró en la puerta del diario. Miguel Garaycoechea, del gremio de canillitas dice:

-Mirá, nos apoya hasta Ernie Pike. ¿Cómo se llama ese tipo?

Alguien le responde:

-Héctor Oesterheld.

La anécdota, tan actual que duele, no deja de marcar una tendencia, la frontera siempre difusa entre las ficciones de Oesterheld y la realidad, su realidad y la del país. Ernie Pike el personaje, era un corresponsal de guerra y su dibujo retrataba (casi) la fisonomía del autor del guión. Este juego se literaliza tiempo después. En uno de sus primeros homenajes, en el año 1985 la mítica y genial revista Fierro saca un libro especial dedicado a Oesterheld, con un poster donde sus principales personajes reclaman la aparición con vida del autor. Esta vez Pike aparece en una marcha con una espesura real que supera el papel. Juan Sasturain, no sólo realiza el prologo de ese libro, sino que también inaugura una especie de clave de lectura para entender la vida y la obra militante del gran Héctor:

“Con ´El Eternauta´ se sintetiza y culminan todas las búsquedas de Oesterheld en el campo de las posibilidades de la Aventura. En primer lugar, el héroe colectivo asume su forma más pura en tanto muestreo social: Juan Salvo es un pequeño industrial, Favalli, el intelectual universitario, Polsky, el jubilado, Lucas el burócrata empleado y a ellos se sumará Franco, el obrero tornero, figura clave. (…) En segundo término, la situación virará de una primera hipótesis de catástrofe a la evidencia de la invasión con sus consecuencias: ya no cabe aislarse para sobrevivir, sino reunirse para enfrentar al invasor. Se entra en el planteo de otro tipo de solidaridad, no solo regida por la amistad, sino por un concepto más amplio y superador del nosotros en tanto se definen con claridad los objetivos. (…) Desde la “situación Robinson” inicial a la “situación de combate que surge de la invasión, hay un cambio cualitativo que Oesterheld va descubriendo junto a sus personajes; Algo que le pasó a Walsh en Operación Masacre.”

Es claro que tanto a Walsh como a Oesterheld los une la convicción militante, aunque en el caso del guionista eso no implicó dejar de lado lo que tanto amaba: la historieta. Un registro visual que él entendía como una poderosa herramienta de comunicación. Cuentan por ejemplo que tenía la idea de crear una serie de viñetas basadas en los documentos de Montoneros para que su comprensión fuera más legible. A Sarmiento se le atribuye esa polifuncionalidad de la lucha –espada, pluma, palabra- y sin embargo a la hora de pensar en la punzante potencia de esa trilogía de armas, hay un nombre que parece hacerle mejor homenaje: no te olvidamos compañero Héctor Oesterheld.

*Docente de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la UNLP

Pin It on Pinterest