PRENSA

Por Flavia Delmas*

El 3 de abril de 2002, hace 17 años, la vida de Marita Verón y de su familia cambiaron para siempre. La banda organizada de los hermanos Ale, había posado sus ojos en ella, calculado el dinero que sacarían, era una buena presa y esa mañana salieron a cazarla.

Si bien la desaparición forzada y la privación de libertad para los fines de la explotación sexual de Marita ocurrió en San Miguel de Tucumán, su caso marcó un antes y un después en torno a la visibilización pública dada en los medios y la instalación del problema de la trata en nuestro país. Su madre Susana Trimarco emprendió una búsqueda incansable a través de la cual rescató a decenas de mujeres de las garras de las redes de proxenetas esclavizadores.

Otra consecuencia fue el inicio del debate y posterior sanción de la Ley de Trata en 2008 y de su necesaria reforma en 2012, donde por fin se sacó la reñida figura del consentimiento y se agravaron las penas para los criminales. En ese mismo año, la sala II de la Cámara Penal de Tucumán, compuesta por los jueces Alberto César Piedrabuena, Emilio Andrés Herrera Molina y Eduardo Romero Lascano, absolvió a todos los imputados del caso, fallo que revocó la Corte Suprema de esa provincia dos años más tarde, al condenar a José Fernando «Chenga» Gómez y Gonzalo «Chenguita» Gómez (22 años); a Daniela Milhein y a Andrés Alejandro González (18 años); a Carlos Alberto Luna y a Domingo Pascual Andrada (17 años); a María Azucena Márquez (15 años); a Humberto Juan Derobertis (12 años), y a Mariana Natalia Bustos y Cynthia Paola Gaitán (10 años).

No iba a terminar allí esto, que se vuelve a cada paso una historia de crueldad imposible de imaginar. La libertad llegó prontamente para todos ellos debido al vencimiento de los plazos y ante la ausencia de una sentencia firme.

Susana Trimarco no agotó su pedido de justicia y volvió a la carga judicial contra el clan Ale, en diciembre de 2017,​ fueron condenados a 10 años de prisión los hermanos Rubén «La Chancha» Ale y Ángel «El Mono» Ale, María Jesús Rivero, ex esposa de «La Chancha», fue condenada a cumplir una pena de seis años de cárcel. Pero el tribunal decidió que cumplan su condena en prisión domiciliaria, hasta tanto la sentencia quede firme.

Hoy Marita, buscada incansablemente por su madre en cada prostíbulo del país y de España, se encuentra desaparecida, al igual que Johana Ramallo, que María Cash, que Florencia Penachi y tantas otras. La impunidad sigue siendo la moneda corriente, puede más la clandestinidad de un Estado paralelo que maneja cifras comparables al PBI del país, cuyos brazos alcanzan a los circuitos policiales, a los estrados judiciales y al poder político y empresarial.

En estos últimos años de gobierno neoliberal este escenario se ha agravado, el Informe 2017 de la procuraduría de Trata, alerta que crecieron un 11, 7 % respecto del año anterior, las denuncias a la línea 145. Desde su puesta en funcionamiento en 2015, han recibido 5138 denuncias. En el mismo lapso de tiempo, de acuerdo a la información vertida por el Ministerio Público de la Nación, los rescates de víctimas de trata para explotación sexual y laboral, bajó un 70%.

La lentitud de los procesos judiciales, la falta de imputaciones en los casos de trata, el abandono del Estado a la población en materia de políticas públicas, la ausencia de un Estado de derecho, reafirman que los rufianes, proxenetas, narcotraficantes, entre otros rubros, pueden dormir tranquilos, a diferencia de sus víctimas y de quienes día a día las buscan.

Como nos enseñaron las madres y las abuelas, la lucha de mujeres como Susana Trimarco, Rosa Bru, Eugenia Uscamayta y Marta Ramallo, debemos mantener viva la memoria, pelear por la justicia, no olvidar, no perdonar y sobre todo, no descansar hasta encontrarlas.

*Profesora y secretaria de Género de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la UNLP

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