PRENSA

Por Jorge Luis Bernetti*

El 10 de junio de 1944, el coronel Juan Domingo Perón ingresó por primera vez al Colegio Nacional de la Universidad Nacional de La Plata. Iba como vicepresidente de la República, secretario de Guerra y secretario de Trabajo a inaugurar las lecciones del Curso de Defensa Nacional en el marco del Curso de Cultura Superior Universitaria de la UNLP.

El discurso que entonces pronunció iba a causar una fuerte reacción de la OSS (Office Secret Service) antecedente de la CIA que advirtió de la peligrosidad que implicaban las palabras de Perón en el transcurso del final de una Segunda Guerra Mundial en la iban a ser derrotados los totalitarismos instaurados en Alemania, Japón e Italia.

Sobre todo preocupaba a la inteligencia norteamericana la concepción de la defensa que aplicaba el ascendente militar. Basado en los teóricos de la guerra alemanes de la Primera Guerra Mundial, Perón indicaba el carácter “total” de la guerra contemporánea que incluía no solo al frente sino a la retaguardia.

Pero el antiguo profesor de Historia Militar en la Escuela Superior de Guerra a comienzos de la década del ´30, no solamente se ocupaba de ello. Sintetizaba el pensamiento militar industrialista que desarrollaba en la práctica el general Manuel Savio y su vocación por producir acero nacional, imprescindible para el armamento moderno, sino que miraba a la población militar (los conscriptos) y cómo éstos llegaban a los cuarteles, muchos de ellos desnutridos y analfabetos. “en los textos de geografía del mundo entero- se lamentaba Perón- se lee que somos el país de la carne y el trigo, de la lana y el cuero”.

A la lucha “total”, Perón la ubicaba en el marco histórico de la Nación y sumaba a la industrialización necesaria, la justicia social imprescindible. Por ello, ya antes de entrar en las aulas universitarias platenses, era duramente cuestionado por los sectores patronales y oligárquicos por la expansión de una justicia social basada en el contrato colectivo de trabajo, las vacaciones pagas, el sindicato único por rama de producción y la política de salud pública.

En su exposición, Perón anuncia como probable la realización de nuevas guerras entre los vencedores- de hecho surgió inmediatamente después de la victoria aliada en 1945, la “guerra fría” entre los EEUU y su aliados y la Unión Soviética- y sitúa a la Argentina como nación independiente en esos conflictos.

Perón se lamenta de que” durante mucho tiempo nuestra producción y riqueza han sido de carácter exclusivamente agropecuario” y también critica que “el capital extranjero demostró poco interés en establecerse en el país para elaborar nuestras riquezas naturales, lo que significaría beneficiar nuestra economía y desarrollo, en perjuicio de los suyos y entrar en competencia con los productos que se seguirían allí elaborando”.

Perón alabó entonces la disposición histórica argentina a evitar políticas expansionistas. De allí se fundamentó la política del ABC (Argentina, Brasil y Chile) de acuerdos con los gobiernos de los presidentes Ibañez del Campo y Getulio Vargas.

Cuando años después de su derrocamiento, los militares gorilas asumieron las doctrinas de guerra de Francia y Estados Unidos para enfrentar las guerras de liberación nacional en el Tercer Mundo, y estructuraron así la “doctrina de la seguridad nacional” (DSN), aplicada por las dictaduras de la “revolución argentina” y el “proceso de reorganización nacional”, el texto del discurso fundacional de Perón sentó las bases de la “doctrina de la defensa nacional” (DDN).

Modernizada y adaptada a los tiempos, la DDN constituye una política de defensa imprescindible y común a los países de la Patria Grande. Sus principios nacieron de las palabras de Perón en el Colegio Nacional de La Plata.

*Profesor Emérito de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la UNLP.

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