PRENSA

Por Adriana Frávega*

La Asamblea General de las Naciones Unidas, en su Resolución 66/127, designa el 15 de junio como Día Mundial de Toma de Conciencia del Abuso y Maltrato en la Vejez. La fecha representa el día del año cuando todo el mundo expresa su oposición a los abusos y los sufrimientos infligidos a algunas de nuestras generaciones mayores.

El maltrato de las personas mayores es un problema mundial que afecta la salud y los derechos humanos de millones de mayores en todo el mundo, por lo que merece la atención de la comunidad internacional.

Se han reconocido tres grandes áreas involucradas en circunstancia de abuso y maltrato: 1) El abandono, el aislamiento, el desamparo, y la exclusión social; 2) La violación de los derechos humanos, de los derechos legales, y de la salud; 3) La privación de sus opciones, de su toma de decisiones, de su gestión económica, y de un estatus, y fundamentalmente, de un respeto.

La noción de abuso, se da en relación con el uso excesivo, injusto, impropio o indebido de algo o de alguien. Vinculado con ello, el concepto de maltrato se introdujo como una forma de agresión en la relación entre dos o más personas, que afecta la salud y que puede generar daños físicos y/o psicológicos.

En momentos del el país en que la jubilación mínima de quienes acceden a este derecho (80% del total o sea 13,2 millones) llega a tan sólo a $ 11.528,44, mientras que la Canasta Básica por indigencia alcanzo los $14.365,63, nos damos cuenta del nivel de dependencia y abandono que sufre cada vez más la mayoría de este grupo etario.

Por esto mismo, se entiende que en la Argentina se agudiza el maltrato de las personas mayores al ser objeto de abusos y maltratos económicos y exclusiones, al no ser resueltos sus trámites de acceso a la vivienda, de un modo ágil, accesible y directo a prestaciones sociales, a sus remedios, ni a poder adquirir los alimentos que requieren los nutrientes elementales para su salud.

Nuestrxs mayores merecen ser atendidos por el Estado y por la sociedad en general. Los gobiernos deben ser coherentes e ir más allá de utilizar un slogan de un día particular. Tienen que resolver un problema de alcance general: todo individuo, sin distinción, habrá de envejecer y, consecuentemente, demandar bienestar para su existencia en esta etapa de la vida. La segregación o exclusión de estas generaciones se asocia a la desvalorización que se sustenta en un estereotipo social.

Según investigadores mundiales, los problemas y obstáculos para acceder a los derechos sociales y económicos producen daño a la salud física. Si hoy en Argentina, 7 de cada 10 jubiladxs no puede afrontar sus gastos mínimos, vemos como incrementan sus sentimientos negativos.

Se concreta lo dicho sobre que la preocupación crónica y la tristeza pueden indicar trastornos de ansiedad y el desarrollo de la depresión. Tales condiciones mentales también se han relacionado con un mayor riesgo de enfermedad cardíaca.

Aprovechamos el Día de Toma de Conciencia sobre Abuso y Maltrato en la Vejez como la posibilidad de dar cuenta de un problema que avanza en nuestro contexto y comprender el modo en que el mismo puede afectar en lo personal y en las relaciones interpersonales. Y, en consonancia con ello, el intento de ejercer un cambio sobre la situación advertida sobre la precariedad y tristeza de nuestrxs viejxs.

Hoy, el envejecimiento se asocia a circunstancias tales como la improductividad, enfermedad y decadencia en general. Desnaturalizar esta cuestión, generar condiciones dignas de vida y revisar estos estereotipos constituye parte de la tarea de los distintos sectores sociales y más aun las instituciones que detentan el poder a los fines de mejorar las conductas discriminatorias y excluyentes sobre las generaciones viejas.

Por todo es necesario que tengamos la edad que tengamos tomemos conciencia de la precariedad a que se los conduce; porque abandonar a las personas mayores se constituye en un hecho político, cultural y social: “Conducta destructiva que está dirigida a una persona mayor, que ocurre en el contexto de una relación que denota confianza y reviste suficiente intensidad y/o frecuencia para producir efectos nocivos de carácter físico, psicológico, social y/o financiero de innecesario sufrimiento, lesión, dolor, pérdida y/o violación de los derechos humanos y disminución de la calidad de vida para la persona mayor” (Zolotow, 2002).

  • Directora de Comunicación y Personas Mayores de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la UNLP

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