PRENSA

Por Vicente Garay*

En tiempos neoliberales, donde el individualismo pretende imponerse, conmemorar el Día contra la Discriminación por Orientación Sexual e Identidad de Género nos permite pensarnos colectivamente para construir vínculos sociales libres de violencias, donde la igualdad sea un horizonte común y la diversidad una bandera de lucha.

El 17 de mayo de 1990 la Organización Mundial de la Salud eliminó a la homosexualidad de su lista de enfermedades mentales. Desde ese momento, se conmemora en esta fecha el Día contra la Discriminación por Orientación Sexual e Identidad de Género.

Incluir este hecho en el calendario de luchas y resistencias del colectivo LGTBI fue un avance necesario para seguir visibilizando las exclusiones y discriminaciones que aún hoy siguen más vigentes que nunca.

Podría mencionar las agresiones físicas y verbales a la que somos expuestos los putos, las violaciones correctivas como método de represalia para intentar disciplinar a las lesbianas, la expectativa de vida del colectivo trans/travesti que aún no supera los 38 años o la invisibilización que viven las personas intersexuales, y muchísimos otros ejercicios de la violencia con los que combatimos día a día.

Sin embargo, el desafío de transformar la impotencia de vivir a contramarea en una sociedad fundada en la heteronorma y el patriarcado, en un horizonte de resistencia donde todas, todes y todos vivamos en una sociedad más igualitaria, nos motoriza a seguir los pasos de quienes pelearon y pelean por hacerla una realidad efectiva.

La Argentina ha sido pionera, años atrás, en avances legislativos en materia de diversidad sexual, que fueron el resultado de la articulación entre las organizaciones sociales que exigían derechos y un Estado presente capaz de escuchar esas demandas.

Las leyes de Matrimonio Igualitario, de Identidad de Género, de Fertilización Asistida, de Cupo Laboral Travesti/Trans en la provincia de Buenos Aires (aunque aún falte su reglamentación) han sido verdaderamente significativas para la sociedad, pero la transformación cultural es una tarea que no podemos dejar de asumir.

En la actualidad, el aumento de la represión en manos de las fuerzas de seguridad y el retroceso en las políticas de derechos humanos por parte del gobierno nacional, nos exige fortalecer las alianzas y las estrategias para que las conquistas, que no son sólo de nuestro colectivo sino de todo el pueblo argentino, no puedan ser avasalladas.

La interpelación social de los movimientos feministas y de diversidad sexual ha logrado que se pongan en tensión estructuras ancladas a pensamientos conservadores, excluyentes y discriminadores. Como respuesta a esto han emergido también representantes de la ultra derecha en todo el continente latinoamericano, Jair Bolsonaro en Brasil y Alfredo Olmedo en la Argentina son un claro ejemplo de esto.

Este día nos encuentra con el desafío de seguir construyendo la sociedad que soñamos y que tantxs soñaron antes, donde la igualdad no sea una utopía y la heterosexualidad no sea una obligación, porque queremos vidas más vivibles y es por eso que seguimos luchando.

*Integrante de la Secretaría de Género de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la UNLP

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