PRENSA

Por Carlos Ciappina*

Las primeras mujeres en ocuparse por la lucha de sus derechos cívicos, y las primeras en organizase para ello, fueron las militantes del Partido Socialista y las Anarquistas de comienzo del siglo XX. Mujeres como Elvira Dellepiane de Rawson, Cecilia Grierson y Alicia Moreau de Justo, tomando el ejemplo del movimiento sufragista europeo, fundaron entre el 1900 y 1910 una serie de agrupaciones por  los derechos cívicos de las mujeres. Julieta Lanteri se animó a más y solicitó por medio de una presentación judicial formalmente votar en la ciudad de Buenos Aires. Fue la primera mujer (y única pues el fallo fue individual) que votó en 1911. También logró un fallo judicial para ser candidata a diputada en 1919 por la Capital Federal, obteniendo unos pocos votos. 

Desde allí en adelante todos los intentos por pasar de esta “concesión” individual a la habilitación de las mujeres a votar y ser votadas se estrellaron contra el entramado de una política totalmente patriarcal y masculina. Los proyectos morían y se “archivaban” en el Congreso de la Nación.

Todo cambió rápidamente -como en muchos órdenes de la vida nacional- con la llegada el peronismo al gobierno y, en especial, con la vocación transformadora de Eva Perón.

El 24 de febrero de 1946 Juan D. Perón ganaba las elecciones presidenciales y sólo tres días después, el 27 de febrero, su esposa Eva Duarte de Perón en su primer discurso público exigía: La mujer argentina ha superado el período de las tutorías civiles. La mujer debe afirmar su acción, la mujer debe votar. La mujer, resorte moral de su hogar, debe ocupar el sitio en el complejo engranaje social del pueblo. Lo pide una necesidad nueva de organizarse en grupos más extendidos y remozados. Lo exige, en suma, la transformación del concepto de mujer, que ha ido aumentando sacrificadamente el número de sus deberes sin pedir el mínimo de sus derechos.”

El 1 de Mayo de 1946 se presentó el breve proyecto de Ley que otorgaba el voto y la posibilidad de ser electas a las mujeres.

Aún así, el Congreso Nacional -conformado enteramente por varones- seguía dando largas al asunto. La media sanción del Senado fue el 21 de agosto, y la sanción de la Cámara de Diputados recién el 9 de setiembre de 1947. ¡Casi un año y medio después de presentarse el proyecto de Ley!

La ley 13.010 se aprobó finalmente por unanimidad. Y se promulgó –o sea se puso en vigencia- el 23 de setiembre de 1947. Dirá Evita en ese momento: Mujeres de mi Patria, recibo en este instante, de manos del Gobierno de la Nación, la ley que consagra nuestros derechos cívicos. Y la recibo ante vosotras, con la certeza de que lo hago en nombre y representación de todas las mujeres argentinas, sintiendo jubilosamente que me tiemblan las manos al contacto del laurel que proclama la victoria. Aquí está, hermanas mías, resumida en la letra apretada de pocos artículos, una historia larga de luchas tropiezos y esperanzas. Por eso hay en ella crispaciones de indignación, sombras de ocasos amenazadores, pero también alegre despertar de auroras triunfales. Y esto último que traduce la victoria de la mujer sobre las incomprensiones, las negaciones y los intereses creados de las castas repudiadas por nuestro despertar nacional”.

Para dejar en claro que no iba a ser una de las tantas leyes que no se aplicaban, Evita presionó para que se candidatearan mujeres a los cargos de Diputadas y Senadoras Nacionales. En las elecciones de 1951 votaron por primera vez las mujeres: fueron electas 23 diputadas nacionales (23% del total) y 6 senadoras nacionales (20% del total). En las elecciones de 1954 se pasó de 23 a 34 diputadas nacionales y de 6 a 8 senadoras nacionales. Las mujeres no sólo votaban sino que comenzaban a ocupar cargos políticos en ámbitos decisivos como el Poder Legislativo Nacional.

El golpe dictatorial de 1955 no sólo fue un intento por dar marcha atrás el reloj de los cambios en los derechos sociales y laborales de los/as trabajadores/as y obreros/as argentinos. El golpe también tuvo el objetivo de retrotraer la política al ámbito casi exclusivamente masculino.

La participación política de las mujeres se redujo a un mínimo: En las elecciones del año 1958 que consagraron a Frondizi como presidente de la República (con el peronismo prohibido) el número de senadoras nacionales electas fue de cero y las diputadas nacionales electas fueron solamente cinco.

La situación empeoró en las elecciones del presidente Arturo Illia en 1963 (con el partido peronista también proscripto). Las mujeres no tuvieron ninguna candidata ni en el senado ni en la Cámara de Diputados. ¡Aún en 1983 el número de diputadas fue de 11 y el de senadoras de 3! 

La lucha por la igualdad en la representación política continúa todavía hoy,  pero no cabe duda que el 23 de setiembre de 1947 se dio un enorme paso en el sentido de la igualdad en los derechos civiles de las mujeres. 

*Profesor y Director de la Licenciatura en Comunicación Social de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la UNLP

Pin It on Pinterest