Día Internacional de la Democracia

PRENSA

Por Carlos Ciappina*

La Organización de las Naciones Unidas establece y en muchos casos celebra -con acuerdo de los países miembros- “Días internacionales de”. En este caso, y desde el año 2007 se celebra cada 15 de septiembre el Día Internacional de la Democracia.

Quizás debiéramos señalar que el nombre debería estar puesto en plural, puesto que sería más ajustado señalar que hay democracias -así en plural- y no sólo un tipo de democracia (en singular).

Todos sabemos que la democracia tiene tantas variantes -social, liberal, radical, republicana, representativa, autoritaria, directa, participativa, deliberativa, plebiscitaria como significados y -sobre todo- prácticas le dan los pueblos y los gobiernos.

Pero, en todos los casos, la democracia se basa en un principio nodal: las sociedades se ven a sí mismas como un colectivo donde las definiciones de sentido están sujetas a variables y definiciones de carácter político, social, religioso, cultural, artístico, valorativo y económico. Queremos decir con esto que, las democracias no sólo deben tender a ampliar los espacios ciudadanos de toma de decisiones sino a que esas decisiones tomen en cuenta variables diversas.

Así, podríamos decir que uno de los mejores modos de celebrar las democracias radica en reconocer sus diversas formas a lo largo del tiempo y aún en el tiempo presente. Equiparar democracias a la experiencia del republicanismo europeo o norteamericano es uno de los tantos modos del eurocentrismo. Y en ese sentido, ha servido como excusa para invadir, atacar y reprimir procesos de construcción democráticos (propios, autónomos, nacionales)  en los países que no son los considerados “desarrollados”.

Otro de los modos de celebrar la democracia tiene que ver con su sentido profundo: en una democracia las decisiones son colectivas y surgen del juego libre de la actividad política en su sentido más amplio.

¿Es necesario enfatizar aún que la democracia es una forma de vida y no sólo un tipo de gobierno?

Aprovechemos este día internacional para recalcar ese señalamiento: las elecciones periódicas son el primer peldaño de una democracia, no el último. Sobre ese primer peldaño se constituyen todos los demás: el acceso democrático y libre a los medios de comunicación de la ciudadanía, la libre asociación sindical, la conformación de organizaciones libres del pueblo, el reclamo colectivo a las autoridades, la libertad de enseñar y aprender, la vigencia irrestricta de los Derechos Humanos para todos y todas.

América Latina y la Argentina en particular han experimentado durante décadas la falta de democracia con abundancia de dictaduras militares que con el objetivo de “salvar las sociedades” eliminaron la democracia como sistema político y como aspiración social. Paradojalmente, muchos de esos gobiernos dictatoriales -violadores de los Derechos Humanos a escala genocida- fueron apoyados en nuestro continente por los Estados Unidos (autoproclamado modelo de democracia) y aún reconocidos por organismos internacionales como la ONU y la OEA; sin dejar de señalar que  no  pocos civiles en cada uno de nuestros países se sumaron a las dictaduras de origen militar.

Hoy, nuestras democracias -en construcción, imperfectas, débiles aún- están amenazadas por el despliegue de una nueva forma de autoritarismo, mucho más sutil que la de las dictaduras militares: el neoliberalismo amenaza la democracia, pues la construcción de sentido neoliberal subsume todas las decisiones a la lógica del “capital humano”. No hay definiciones atravesadas por cuestiones tales como los derechos, las necesidades, las valoraciones, las tradiciones y así en la totalidad de la diversidad societal:   el “homo económicus” sustituye al homo social y político. De triunfar esta perspectiva, los ámbitos y modelos de tomas de decisiones en relación al Estado  y la sociedad se reducen sensiblemente: la viabilidad económica y la rentabilidad son la única  norma a tomar en cuenta.

Y si la discusión libre se asienta solamente en tomar en cuenta parámetros economicistas, entonces todas las demás variables -asentadas en valores colectivos- quedan en un segundo plano. La democracia deja de ser la representación de los anhelos de igualdad, justica y equidad de todo un pueblo, para ser simplemente una cáscara formal de institucionalidad que sólo se dedica a proteger la expansión sin límites del capital.

Celebrar el Día Internacional de la Democracia, es -nuevamente- preguntarnos y cuestionarnos sobre el sentido profundo de la vida democrática y proponernos  los modos de volverla cada vez más inclusiva e incluyente.     

*Profesor y director de la Licenciatura en Comunicación Social de la Facultad

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