estudio de radio

PRENSA

Por Claudia Villamayor *

Se cumplen 98 años del nacimiento de una tecnología que desde el primer momento que se activa se convierte en experiencia social, político cultural y económica: la radio.  El proceso de inventarla es también un deseo de hacer hablar a la creatividad propia y para que ella surja tiene que haber condiciones de posibilidad. Toda tecnología tiene genealogía histórica por eso no es sólo producto de la inventiva de una persona o grupo de personas. Es una experiencia tecnológica pero por sobre todo es un deseo social y comunicacional de hacer posible formas de comunicación hasta entonces no conocidas. La inventiva  es una tarea maravillosa que puede producirse y una vez hecha la obra puede servir para producir sociedades igualitarias o todo lo contrario. En todos los casos la obra surgida tiene fundamental gravitación en la vida de las personas y de las sociedades una vez entra en contacto con ellas. 

La inventiva de Enrique Telémaco Susini cuando en 1920 orientó el proyecto que hizo posible la primera transmisión de la radio, imagino ese día muchas veces. Fue un 27 de agosto. Nacía al poco tiempo Radio Argentina que entre 1920 y 1930 se convirtió en un proyecto empresario. La experiencia de la radio se conectó con la clave de una iniciativa creativa pero también con la idea de la creación asociada al negocio. Toda tecnología siempre es una experiencia social y por ello mismo se inscribe en los procesos políticos y económicos. Por ello jamás encontraremos en el surgimiento y perdurabilidad de un medio de comunicación una experiencia despojada de toda esa materialidad histórica.  

Dice Walter Benjamín: “¿Qué valor tiene toda la cultura cuando la experiencia no nos conecta con ella?» Tus padres se acordarán de sentarse a escuchar la radio en familia, siendo pequeñes, al lado de tu abuelo y abuela mientras sonaba un radio teatro y se escuchaba la voz de María Eva Duarte en la pieza dramática «Un trapito en la Sombra». Vos ahora caminas por la calle y se te activa la música en auriculares inalámbricos conectado por bluetooth, podes intervenir inclusive en la programación con las app que podemos bajar en el celular.   

Como en aquellos primeros años de la radio, ahora también no solo recordamos una tecnología surgida, recordamos nombres, voces, situaciones, la vida de nuestro país, alegrías y desgracias. Narrativas que nos entrelazan entre la dicha y el horror. La radio que atestigua el 17 de octubre de 1945 no es la misma que atestigua la revolución fusiladora de 1955. Libertad y persecución no son lo mismo. 

Desde 1920 hasta el 2018, la historia argentina también tiene una experiencia con la toma de decisiones respecto de la regulación de los medios de comunicación. El mercado prepotente que presiona sobre el Estado para que construya normas que favorezcan sus negocios, la sociedad civil que siempre estalla con su voz por el lado que menos se imaginan los mercados y las políticas públicas que dependiendo de quien gobierna regula para la igualdad y los derechos humanos o bien para el vozarrón concentrado de las corporaciones y su deseo voraz de dominio. Pasó y pasa en la Argentina y en toda América Latina. 

Es casi un eterno retorno el conflicto por la liberación de la palabra con justicia social o la liberación de los mercados para favorecer el negocio de los empresarios. En general éstos últimos muy en connivencia con los sucesivos gobiernos de facto de la Argentina y en particular en la presente época en que han constituido una alianza fervorosa para imponer una hegemonía neoliberal con máscara democrática y de profundas convicciones autoritarias.

La radio no está por fuera de los procesos históricos, se inscribe en ellos. No es una, son muchas y se construyen desde identidades diferenciadas. Radios Privadas, Radios Públicas, Radios Cooperativas, Comunitarias, Populares, Alternativas, radios de las corporaciones concentradas. Son digitales, analógicas, multiplataformas, webradios. De improntas locales, regionales, internacionales, instaladas a la vuelta de tu casa o disponibles en internet a toda hora.  No son lo mismo unas y otras. Sus concepciones mediáticas, en tanto forman parte del ecosistema de medios de comunicación, expresan también un modo de hacerse de la sociedad y en ellas los estados tienen total responsabilidad respecto de su regulación. 

A 98 años de su nacimiento hoy la radio está en emergencia. ¿Porque puede desaparecer? De ninguna manera. Está en emergencia porque una vez más y tal vez con mayor ferocidad que en cualquier otra época está padeciendo las políticas del ajuste, de la represión y de los despidos que el gobierno de la Alianza Cambiemos está llevando adelante. 

La lista de la radio que duele.

Trabajadores precarizados y despedidas, discriminación en la distribución de la pauta oficial publicitaria, Arbitrariedad y clausura de emisoras, incumplimiento de los fondos de fomento establecidos en la ley de Servicios de Comunicación Audiovisual 26.522 para el sector social de la radio -radios comunitarias, alternativas, populares y de pueblos originarios-, interrupción de políticas públicas para fortalecer radios escolares, socioeducativas de los Institutos Superiores Educativos, abandono presupuestario para las universitarias, rurales, cooperativas, pequeñas y medianas empresas –pymes-; los efectos del denominado tarifazo en los servicios públicos como otra forma de censura de la palabra y debilitamiento de los trabajadores de las radios. 

Más de 3 mil puestos de trabajo de todos los sectores: público, privado y de medios populares del sector social se han perdido resultado de las políticas de ajuste y vía libre que le da el gobierno de Mauricio Macri a los medios concentrados, en especial al grupo Clarín y a los periodistas que trabajan a destajo cobrando suculentas sumas para posicionar las políticas económicas y perseguir opositores. 

La radio pública nacional vive el capítulo más trágico de su historia. Al persistente despido de trabajadores, de enorme trayectoria, se le suma el cierre de emisoras en las diferentes provincias. Esto atenta contra el federalismo y las identidades culturales, es decir la democracia de las comunicaciones. El medio por excelencia de la comunicación popular democrática son los medios públicos en la medida que es obligación del Estado garantizar el estado de derecho en la toma de la palabra. Se reconoce en esta obligación la omisión por parte del gobierno nacional y una clara decisión de dar por clausurada la libertad de expresión y del derecho a la comunicación para darle paso a un tipo de producción de contenidos que mantiene alejadas las audiencias de cualquier comprensión de los conflictos sociales y sobre todo de los negocios de los empresarios que gobiernan. 

Las radios del sector privado tienen más que una observación para hacerse de cómo se configuran los conglomerados. Allí el duelo de titanes se lleva puesto a sus trabajadores y al gobierno le importa poco. Lo que hay que garantizar para el macrismo es la política de negocios y los medios como táctica estratégica para la liberación de los mercados en donde son arte y parte. El espectro del sector privado prioriza la emisión de las repetidoras de las radios comerciales de la ciudad de Buenos Aires, Córdoba, Rosario y de las cadenas internacionales que pueden tener acciones en dichos medios concentrados. Aun desde el 2009 en que se sancionó la Ley 26522 nunca se ajustaron a ella ni respetaron las decisiones democráticas. Por cierto, el negocio y sus patronales no tienen como prioridad a sus trabajadores ni un sistema de producción de contenidos federal o democrático. 

La mutilación de la ley 26522 ha favorecido por un lado la concentración mediática para dejarla en manos de los privados de mayor capital, esto se conjuga con los tarifazos que incrementan el costo de electricidad a cifras desorbitantes para las radios comunitarias y populares, cooperativas, socioeducativas, de pueblos originarios que ya tienen deudas que nunca habían tenido ni siquiera en épocas en que no estaban reconocidas por la ley. A esto le sumamos la sub ejecución de presupuestos del estado y el retraso en el pago de los Fondos de Fomentos Concursables del Fomento que legalmente implica el 10% del gravamen a la comunicación audiovisual. El estado tutelado por los Ceos, retienen los recursos y los direccionan para fines que no están auditados. 
  
El deterioro del estado de derecho en la Argentina escribe una de sus páginas más oscuras al punto de cerrar emisoras  – Fm Okupas en la localidad de Moreno, Provincia de Buenos Aires, sólo para citar uno de los ejemplos-  perseguir a sus comunicadores y comunicadoras populares como en etapas que creíamos terminadas con la reapertura democrática en 1983. El recorte de la pauta publicitaria sin órganos reguladores en las provincias, sin ningún tipo de representación de todos los sectores sociales para garantizar la democracia de la palabra también por la vía de la democracia en el reparto de la pauta.  

La radio, y en sus modos diferentes de existencia, no está sola en estos problemas. Las radios de toda índole implican una conversación social pública en donde intervienen seres humanos interactuando de manera permanente acerca de si mismos, de su vida social, de sus conflictos, de sus pensamientos y su capacidad de entretenimiento, todas ellas dimensiones del habla popular. 

La esperanza de la radio son las audiencias que lejos de ser concebidas como consumidores, pueden ser consideradas como activas participantes y creadoras de contenidos. La celebración de los 98 años nos encuentra con el desafío principal de ir en busca de las audiencias como sujetos de derecho y como partícipes directos en la construcción de las agendas periodísticas y artísticas. Más colectividad insurgente de la comunicación radiofónica y menos estrellas individuales. Necesitamos radios al servicio del sueño de todo y toda periodista y comunicador/a social que se resume en la frase que nos identifica: “la verdad no sólo se cuenta, se la milita”. Viva la Radio y sus audiencias insurgentes. 

(*) Docente de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la UNLP

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