Por José Luis Nuñez*

Resultaría insólito que las personas con discapacidad pretendamos celebrar nuestra situación personal un día como hoy, porque culturalmente se concibió a la discapacidad como la pesada cruz que debemos cargar toda nuestra vida y si es una condena, no hay motivos para la felicidad sino para la tristeza.

Esta afirmación sería correcta si analizamos este dogma desde un paradigma religioso o médico rehabilitador, porque nunca podremos quitarnos la mancha del castigo divino, fruto del pecado, o porque no lograremos una óptima recuperación del cuerpo dañado por una patología invalidante.

Ahora bien, este fundamento no opera en los colectivos de personas con discapacidad sino en la sociedad, que aprendió a ver la discapacidad antes que a la persona y como consecuencia de ello nos acredita una pena existencial que no se condice con nuestro modo de convivir con las limitaciones que tenemos como cualquier persona.

Para los colectivos de personas con discapacidad el 3 de Diciembre, Día Internacional de la Discapacidad que fue proclamado por la Asamblea General de Naciones Unidas en 1992 y en Argentina, en octubre del año 2000 declarado “Día Nacional de las Personas con Discapacidad”, es el momento de renovar nuestro compromiso por un mundo justo y equitativo, para ponernos de pie y hacernos visibles y decir tengo voz y decisión, exigir el cumplimiento de los derechos que garantizan y promueven nuestra autonomía.

Por todos estos motivos el 10,2% de la población total de la Argentina, que somos las personas con discapacidad, expresamos que sí celebramos este día para reafirmar los logros alcanzados y continuar el largo camino de la igualdad de derechos y por consiguiente, materializamos en nuestras acciones la síntesis del espíritu de la Convención Internacional de los Derechos de las Personas con Discapacidad promulgada por las Naciones Unidas en 2006 en la frase “Nada sobre nosotros sin Nosotros”.

*Coordinador de la Comisión de Discapacidad de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social