PRENSA

Por Andrés López *

El 6 de abril de 1896 el mundo era muy diferente al que conocemos. No existían las transmisiones de radio ni la TV, no existía Internet ni la enorme cantidad de pantallas por las que hoy nos comunicamos. Y no estaba tampoco la amenaza del Covid-19, por lo que no hubo restricción sanitaria a la hora de reunir una multitud (que las narraciones estiman en 80 mil personas) para la inauguración de los primeros Juegos Olímpicos de la historia, que se celebraron en Atenas.

La capital de Grecia fue la anfitriona de aquella cita que reunió a atletas de distintas latitudes, donde todavía no compartían bajo las banderas de sus países y donde Pierre de Coubertin pronunció el primer discurso, destacando el valor del deporte. “La juventud internacional encontrará en él el valor de la paz y el respeto a la vida”, dijo entonces. Más de un siglo después, en 2013, las Naciones Unidas establecieron el 6 de abril como el Día Internacional del Deporte para el Desarrollo y la Paz.

Aquellos Juegos de 1896 no contaron con un medallero en el que las delegaciones acumulaban medallas ni tampoco con la participación de mujeres, que fueron ganando lugar en el siglo siguiente, pese a la oposición del propio barón de Coubertin. Pero fueron los que plantaron la semilla de una competencia que desde entonces tuvo lugar cada cuatro años, con muy pocas excepciones en la historia.

Se sabe, Tokio 2020 acaba de postergarse y tendrá lugar el año que viene a raíz de la pandemia del coronavirus. Y es el único aplazamiento en el calendario sucedido en tiempos de paz. Hasta aquí, sólo las guerras mundiales habían interrumpido los juegos olímpicos: la primera de ellas impidió la disputa de Berlín 1916 y la segunda hizo que no pudieran llevarse a cabo las ediciones de Helsinki 1940 y Londres 1944.

Con su evolución, con su crecimiento, con su exposición y con sus negocios (que han crecido hasta hacerse multimillonarios), el deporte fue desde entonces un poderoso aliado de la educación, de la salud, del desarrollo social, del turismo y de la economía. Sirvió para unir pueblos, para tender puentes, para recorrer caminos.

En tiempos de pandemia y aislamiento, además, el deporte nos propone un horizonte, un objetivo. Es entretenimiento y es entrenamiento. Es ocio y es disciplina. Nos ayuda a transitar estos tiempos de hoy, y nos permite proyectar lo que serán nuestros días de mañana. No es el mismo deporte de 1896, eso está claro. Pero sigue siendo una poderosa herramienta para hacer mejor nuestra vida, para prolongarla y para pensarnos mejores. Que así sea.

* Director y docente de la Tecnicatura Superior Universitaria en Periodismo Deportivo de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la UNLP.

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