PRENSA

Por Jorge Luis Bernetti*

El 16 de abril de 2012, el gobierno de Cristina Kirchner tomó una medida decisiva para defender la autonomía nacional. Con la aprobación del Congreso Nacional, compró la mayoría de las acciones de YPF, en poder de la empresa española Repsol, lo que implicó tomar el control mayoritario del paquete accionario. La Cámara de Diputados lo aprobó por 258 votos a favor, 32 en contra y 5 abstenciones.

El grupo Petersen y otros grupos minoritarios fueron desplazados de la gestión, pero sus acciones no fueron tocadas. De las expropiadas el 51 % quedó en manos del Estado nacional y el 49 % restante en manos de las provincias petroleras.

El tener hoy bajo control público, la más poderosa fuente de suministros petroleros del país tiene hoy un enorme valor cuando la crisis del coronavirus afecta también los precios de los hidrocarburos, como a casi todos los sectores de la economía mundial y nacional.

Volver a YPF implicaba retornar a la línea que el gobierno radical de Hipólito Irigoyen en junio de 1922, marcó al fundar Yacimiento Petrolíferos Fiscales y colocar a su frente desde 1922 hasta que el golpe militar de 1930 lo expulsara del cargo, al general Enrique Mosconi, uno de los militares más capaz, más honesto y más patriota que ha tenido el Ejército argentino en el siglo XX.

Mosconi luchó para construir YPF para responder a un imperativo de la defensa nacional. Las empresas extranjeras solamente aceptaban vender petróleo al Gobierno y al Ejército, por tanto, si lo pagaban con anticipación. Mosconi reconoció el gravísimo problema que esto planteaba a la Defensa Nacional. Y también al desarrollo nacional.

En 1930, el golpe “con olor a petróleo”, como lo identificó el intelectual progresista norteamericano Waldo Frank, brindado por el oligárquico y falso nacionalista general Uriburu, arrestó y destituyó de su cargo en YPF a este soldado que, además de egresar del Colegio Militar de la Nación, lo hizo después de la Facultad de Ingeniería de la UBA, con su título bajo el brazo.

La herencia de Mosconi se desplegó en los gobiernos de Juan Domingo Perón  y tuvo un rol fundamental en la economía nacional.

Fue el gobierno de Arturo Frondizi el que pactó con grandes empresas petroleras norteamericanas en la firma de contratos inconvenientes para el país. El gobierno de su sucesor Arturo Illia, los anuló y ésta fue junto con su enfrentamiento con la industria farmacéutica la causa de su derrocamiento por el golpe pro monopólico de Juan Carlos Onganía.

YPF retomó su línea protagónica. Pero el neo liberalismo, es decir, el avance de un capitalismo rentístico, financiador y enemigo de los estados nacionales arribó a nuestro país. Lo fue de la mano de Carlos Menem, hermanado con Frondizi en aquello de subirse al caballo por la izquierda y bajarse por la derecha. Es decir, romper su contrato con el pueblo y olvidar su programa electoral.

El saqueo, por una parte, y la desinversión por otra, condujeron al gobierno de Cristina a tomar la decisión de intervenir la empresa en el mismo momento en que anunciaba al país la decisión de nacionalizarla mayoritariamente. Como dijo la Presidenta al presentar el proyecto de ley al Congreso (cuya Cámara de Diputados lo aprobó por 258 votos a favor, 32 en contra y 5 abstenciones y, por la abrumadora mayoría del Senado el 3 de mayo de 2012) YPF controlada por Repsol, había obtenido entre 1999 y 2011, una ganancia de 16.450 millones de dólares que había distribuido como beneficios, y no se había preocupado por la inversión.

El apoyo logrado en el Congreso de parte de fuerzas que estaban en la oposición legitimó una medida de soberanía nacional que fortaleció al país en la densa situación económica internacional previa a la irrupción del coronavirus.

El desafío de hoy es pensar, es decir, seguir pensando y comenzar a actuar, en obtener otras formas alternativas de energía que permitan superar la afectación de los recursos ambientales, no solo porque los hidrocarburos no son renovables, sino porque el conjunto de la economía debe construir un nuevo modelo. Armar una economía que armonice con la naturaleza para nosotros y para nuestros herederos y para el bienestar de todo el mundo.

Son los recursos que se obtienen, por ejemplo, a través de YPF, los que contribuirán a financiar este nuevo modelo donde la decisión política y la económica, estarán unidas a la expansión de los recursos científicos.

Por ello, recordar la re-nacionalización de YPF es también entender el protagonismo renovado del Estado, necesariamente orientado por la decisión democrática mayoritaria de la ciudadanía y un acuerdo internacional de los pueblos y naciones que quieren tomar distancia del capitalismo financia rizador,  obsesionado por el interés y la renta de los bonos y no en la creación de una economía para la mujer y el hombre.

*Director de la Cátedra Libre de Defensa Nacional de la UNLP.

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