PRENSA

El 26 de julio de 1952, el país se vestía de luto para despedir a una mujer que había cambiado para siempre la historia política y social argentina. Luego de una larga y dolorosa agonía, María Eva Duarte de Perón o simplemente “Evita” como la había bautizado el pueblo, sucumbía ante un cáncer de útero agresivo a la joven edad de 33 años.

Habían pasado sólo 22 días luego de su última aparición pública, el 4 de julio, día de la asunción a la presidencia de su compañero, el general Perón. A pesar de su ya notorio deterioro físico, Evita permaneció de pie junto a su esposo y desfiló con él por la Avenida de Mayo para saludar a aquella multitud que había confiado en su proyecto político dando muestra de su tenacidad y fortaleza aún en el momento más difícil de su enfermedad.

Luego de su partida, una fría noche de lluvia en Buenos Aires, sus fieles “descamisados” desfilaron hasta el Ministerio de Trabajo, actual legislatura porteña, para dar el último adiós a su “abanderada”. Ella sintetizaba los mejores y más grandes valores del peronismo. Era un emblema de lucha, dignificación y compromiso social que inspiraba a las masas.

A través de la fundación que llevó su nombre, no sólo se encargó de mejorar la calidad de vida de miles de familias de los estratos más humildes de nuestro país, sino que dejó un legado tanto material como simbólico para la posteridad.

Eva Perón construyó hospitales, asilos, escuelas, impulsó el turismo social creando colonias de vacaciones, difundió el deporte entre los niños mediante campeonatos que abarcaron a toda la población, otorgó becas para estudiantes, ayudas para la vivienda y promocionó a la mujer en diversas facetas.

“Cuando elegí ser Evita sé qué elegí el camino del pueblo”, dijo alguna vez, y desde ese día se convirtió en la abanderada de los humildes, a quienes defendió y representó con profundas convicciones en cada oportunidad que tuvo.

A más de 60 años de su muerte, Evita  sigue siendo la fiel representación de todos/as/es aquellos/as/es que luchan por un país más justo. Sus enseñanzas han sido tomadas como bandera que honran su paso por este mundo con cariño y admiración. Su gracia y lucha han inspirado a la militancia que aprendió que bajar los brazos nunca es una opción, que el camino hacia una patria para todos/as/es va de la mano con la justicia social, la independencia económica, y la soberanía política. Algo que tantas veces nos remarcó con el ejemplo nuestra inolvidable Evita Capitana.

Agrupación Rodolfo Walsh (Conducción del Centro de Estudiantes de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la UNLP).

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