Efemérides

PRENSA

Por Ana Negrete*

Esta  semana hubo Consejo Directivo en la Facultad, se trataron varios expedientes. Entre otros temas, abordamos la situación de los despedidxs de Télam, el Decreto del Presidente que erradica la posibilidad a las Universidades Nacionales de brindar su conocimiento y capacidad de abordaje de problemáticas al Estado y la represión de docentes en Chubut.

En el punto de Télam una graduada y docente de nuestra Facultad contó qué te pasa cuando trabajaste 24 años en un lugar, y sin causa, y por cajero automático te echan. Qué te pasa cuando cubriste todos esos años un mismo tema y ese día no tenés donde poner tu voz para contar un hecho trascendental.

En estos dos años y medio de gobierno antipopular esa historia es una entre miles, historias de gente de carne y hueso que de un ratito a otro se encontró con que eso que le daba sentido a sus días (además de la comida) ya no estaba. Porque perder el trabajo tiene la cruda dimensión de la pérdida del sustento pero tiene consecuencias tan profundas como perder la identidad y tu derecho a soñar un presente y un futuro un poco mejor.

En el punto de la represión a docentes repasamos los tantos episodios de violencia por parte del Estado a diferentes sectores que intentaban enunciar públicamente que algún derecho se estaba poniendo en riesgo. Hablamos de lxs maestrxs que luchan, de su estigmatización en manos del gobierno y de los medios. Pero también hablamos de resistencia y de victorias. Lxs docentes de Chubut, esxs que estuvieron cien días acampando día y noche con las frías temperaturas sureñas,  consiguieron que el Estado se siente a buscar un acuerdo que reconozca algo de sus reivindicaciones.

Esa misma tarde, también en la Facultad, se entregaron certificados del Plan Fines. Había cientos de personas. De diferente edad, de diferente barrio. Personas que muy probablemente hayan transitado el Fines con diversas expectativas y que seguramente hoy también tengan diferentes horizontes. Madres, abuelas, pibas y pibes con sus hijitxs en brazos. Personas que sabían que ese día se llevaban en sus manos algo que en su momento les había sido imposible pero que en este momento por decisión política y por trabajo propio y de muchxs otrxs les era posible.

Día intenso, el jueves, y  esta nota es sobre los 8 años de la sanción de la Ley de Matrimonio Igualitario. Y escribo todo esto porque estoy convencida de que no podemos hablar de eso sin hablar de aquello. Porque se trata  nada más y nada menos que hablar de derechos, de igualdad y de posibilidades.

Cada unx de lxs que militamos fervientemente el matrimonio igualitario fuimos encontrando en las cientos de veces que tuvimos que dar la discusión, expresarnos a favor y salir del clóset de nuevo como tantas otras veces (antes y después) que no estamos reclamando un derecho individual, del que incluso probablemente no haríamos uso, sino que por lo que bregábamos era la posibilidad de tener los mismos derechos que otrxs. Y que el Estado podía hacer algo con eso y nosotrxs con el Estado.

Arduo aprendizaje en la vida de muchxs de nosotrxs, porque en casi toda la historia de nuestros colectivos el Estado tenía palos y nosotrxs estábamos viendo por primera vez en nuestra historia viva que podía darnos igualdad y con ello felicidad.

Años en que aprendíamos también que la Facultad tenía que ver con la voz pública y que no sólo podía expresarse sino que debía hacerlo, tanto como producir herramientas y estrategias para aportar a la discusión y a la transformación de problemáticas desde las políticas públicas.

Años que aprendimos en carne propia que podíamos soñar una mejor vida para nuestros colectivos y que teníamos derecho a tener derechos.

No puedo dejar de decir, a 8 años de su sanción, que esa Ley cobra otros sentidos en un momento de recorte de derechos, que la vamos a defender porque es la posibilidad de que el Estado en un gobierno que poco reconoce los derechos de las mayorías y menos que menos de las minorías (exceptuando la minoría rica de la que ellxs forman parte) podamos defender nuestras familias y nuestros sueños. Que firmemente vamos a seguir destruyendo el matrimonio burgués, heteropatriarcal y eclesiástico pero que también firmemente vamos hacer  uso de nuestros derechos, como trinchera de igualdad.

Porque en un momento donde el trabajo, la educación y nuestra propia voz pública en la calle se intentan destruir, vamos a persistir.  Gritando más fuerte.  Produciendo conocimientos y acción con valor social en las Universidades Nacionales. Amando fuerte y en voz alta como testimonio de vida, esperanza y lucha.

 *Profesora de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la UNLP

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