DERECHOS HUMANOS

Por Claudia Vásquez Haro*

El 20 de noviembre se conmemora el Día Internacional de la Memoria Trans para recordar a las personas trans asesinadas víctimas del odio, y seguir exigiendo el cese de la violencia y exclusión que aún vive la comunidad trans y travesti a nivel global.

Hace 20 años, un grupo de 250 personas se manifestaban pidiendo justicia por el asesinato de Rita Hester, una mujer transexual afroamericana asesinada el 28 de noviembre de 1998 en Allstons, Massachusetts, Estados Unidos. La suma de los asesinatos que golpeaban a la comunidad trans, principalmente a femeneidades, la rabia por la muerte de la activista del colectivo TLGBIQ y de la comunidad afro, la desidia por parte del Estado y las instituciones, la indignación por la espectacularización y falta de respeto de los medios de comunicación sobre el caso, hicieron que el 4 de diciembre de 1998 salieran a las calles a visibilizar el odio hacia la comunidad trans y posicionar el Trans Day of Remembrance (Día de la Remembranza Trans).

Desde aquel hecho en Estados Unidos, a la actualidad pocos han sido los cambios. En la Argentina el incremento de crímenes de odio por orientación sexual e identidad de género llevan una cifra alarmante: Las organizaciones hablan de 65 mujeres travestis y trans muertas en lo que va de 2018, una cifra que resulta discutible dada la falta de un registro oficial por parte del Estado que releve los travesticidios y transfemicidios cruzando datos con el poder judicial y otras instituciones estatales.

También la ausencia de políticas públicas que reviertan estas prácticas de incitación al odio como por ejemplo la campaña “Con mis hijos no te metas”, que responde a los fundamentalismos religiosos y a los sectores denominados “anti derechos” quienes, con sus discursos basados en la biología, la moral y las buenas costumbres alimentan la violencia y en los casos más extremos, las muertes de personas trans y travestis.

En La Plata, capital de la provincia de Buenos Aires, el incremento de la violencia institucional por parte de la policía fue de un 100% desde 2016 hasta la fecha, según un informe realizado por OTRANS Argentina. Además de que sólo en 2017 han muerto cuatro mujeres trans privadas de su libertad en el Penal de Florencio Varela, producto de la desidia del Estado y las malas condiciones de detención en las que son alojadas.

Estas prácticas de incitación al odio, y muertes por orientación sexual y expresión de género: como los travesticidios y transfemicidios son el resultado de la deshumanización hacia un sector de la sociedad, maximizando la vulnerabilidad y arrebatándoles la existencia. Esto genera un empobrecimiento en los valores de la condición humana y los modos de relacionarse entre miembrxs de una sociedad.

Las muertes de personas trans y travestis no sólo no interpelan al Estado, sino también a un amplio sector de la sociedad civil. La responsabilidadde transformar esta realidad es del Estado, quien tiene que dejar de mirar a un costado y generar políticas concretas que mejoren las condiciones materiales y simbólicas del colectivo trans y travesti en la Argentina.

El desafío a futuro es poder acceder a todos los derechos, como cualquier ciudadanx común, entre ellos el derecho al duelo, donde la sociedad se sienta interpelada cuando matan a una persona trans o travesti. Y también materializar la consigna que coreamos en todas las marchas: “Señor, señora no sea indiferente, se matan las travestis en la cara de la gente”, allí visibilizamos y denunciamos que la indiferencia y el silencio mata.

*Directora de la Dirección de Diversidad Sexual de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la UNLP

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